En épocas de cuarentena obligatoria, la conectividad digital aparece como el único medio para que buena parte de la ciudadanía pueda llevar a cabo actividades esenciales de su vida; no sólo laborales, educativas o administrativas, sino también sociales.
Sin embargo, una porción significativa de la población mendocina no tiene acceso fijo o móvil a Internet, o a dispositivos electrónicos tales como PC o teléfonos celulares. Así lo revela un informe del Centro de Investigación Social de Mendoza (CISME), denominado “La grieta digital en Mendoza”.
Si se toma en cuenta el Gran Mendoza, la región que concentra el principal desarrollo económico/financiero, el 34% de sus ciudadanos no tiene acceso a Internet y un 25% no cuenta con una computadora para hacerlo.
Si el análisis se extiende a toda la geografía provincial, la penetración de Internet fijo en los hogares es aún menor: más del 60% de las casas mendocinas no cuenta con este servicio. Mendoza aparece muy por debajo de otras provincias, donde el acceso a las TIC es claramente superior. Por ejemplo, en San Luis el 85% de los hogares posee Internet fijo; en tanto que Buenos Aires y Córdoba se ubican en el 69 y el 68 por ciento, respectivamente.
Por otra parte, el estudio del CISME refleja que el 90% de las conexiones a Internet en Mendoza se realizan con tecnologías de menor calidad (ADSL o cable módem). El diez por ciento restante representa accesos cualitativamente superiores como el Wirelees, la fibra óptica o satelital.
En cuanto al Internet móvil, es decir a través de teléfonos celulares, Mendoza también figura entre las provincias con menor infraestructura. Para las tecnologías 4G –las de mejor rendimiento que ofrece actualmente el mercado-, cada 100 mil habitantes, nuestra provincia posee 41 radiobases. San Juan (45), San Luis (52), Buenos Aires (56) y Córdoba (70) se posicionan mejor en ese apartado. Esto es importante destacarlo porque para una importante cantidad de personas el celular representa el único medio para acceder a Internet.
“El acceso a las nuevas tecnologías aparece desigualmente repartido entre zonas geográficas (rurales y urbanas), y grupos sociales y económicos. Existe una ‘brecha digital’ directamente conectada con la brecha material de la sociedad. Pequeños productores, Pymes, estratos de menores ingresos o quienes viven en zonas rurales, no cuentan con las mismas posibilidades que grandes empresas de aplicar las nuevas tecnologías a su vida o trabajo”, es una de las conclusiones del trabajo del centro de investigación.