Alejandro Vigil dio el primer paso hacia la internacionalización. Así, el reconocido enólogo desembarcará el año que viene en Miami. El punto de partida será un restaurante en el corazón de Brickell, el epicentro ejecutivo de Miami, donde se conjugarán los famosos maridajes “al estilo Vigil”, entre carnes y pescados, con una selección de casi 1.000 etiquetas de vino de todo el mundo. El espacio, de 720 m2, demandará una inversión de más US$ 5 millones. Además, habrá espacios privados de cata con botellas únicas que solo estarán disponibles en Casa Vigil Miami, espacios de guarda para clientes y un wine store. El promedio del valor del cubierto por cliente superará los US$ 100.
“Hace tiempo queríamos dar un salto y teníamos en claro que era en Estados Unidos. Miami se está convirtiendo en el nuevo Nueva York, el mundo está viajando para allá. Durante los últimos tres años hubo una movida cultural, gastronómica e intelectual muy grande allá”, explica Vigil el porqué de esta primera ciudad elegida para la expansión internacional. “Es una ciudad cosmopolita, donde el vino argentino tiene una identidad tomada”, añade.
La apertura está prevista para octubre de 2023. El proyecto de inversión y desarrollo estará a cargo de Wine Growth, liderado por el empresario argentino Marcelo Arroniz y Agustín Neglia. Y Casa Vigil Miami es el punto de partida de un plan de desarrollo global que incluye inversiones en Estados Unidos, Europa y Asia. “Es una inversión compartida con un grupo que nos pareció serio para encarar este proyecto”, amplía Vigil. Y añade: “Sudamérica es un muy buen mercado para trabajar, porque conocen el vino argentino. Los próximos destinos podrían ser San Pablo, Río de Janeiro, Lima, Asunción… Hay alternativas donde trabajar a futuro. Pero con este proyecto en Miami queremos armar una buena base para trabajar y mostrar las posibilidades y el potencial que tenemos”.
Ingeniero Agrónomo de la Facultad de Ciencias Agrarias de Mendoza, Vigil también realizó dos maestrías, en Enología e Irrigación. Inició su carrera en el INTA y en 2002 comenzó a trabajar en Catena Zapata como Director del Departamento de Investigación y Desarrollo. Su background científico le permitió desarrollar nuevas técnicas vitícolas y enológicas y, en 2007, se convirtió en director de Enología. Entre sus múltiples hitos, en 2018 logró los primeros 100 puntos Parker para dos vinos argentinos con el Gran Enemigo single Vineyard Gualtallary 2013 y el Adriana Vineyard River Stone 2016.
Reparte su tiempo entre múltiples proyectos. En Catena Zapata y en la bodega donde elabora los vinos El Enemigo, en sociedad con Adriana Catena, con la que llega a 52 países. Pero, además, tiene varios restaurantes. Uno de los más conocidos es Casa Vigil, ubicado en Chachingo, Maipú. También hay un Casa Vigil más pequeño en Godoy Cruz, y dos de República Malbekiana, restaurantes mediterráneos. Tiene una vinoteca de dos pisos en centro de Mendoza, Malbec Shop, y un restaurante pequeño en Maipú, A las Brasas, ubicado en un centro comercial. Abrió un Vigil Wine Club en el Aeropuerto de Mendoza. Y, además, cuenta con Chachingo, su fábrica de cerveza que también incluye bar, al que se suma un espacio de sushi, una fábrica de aceite de oliva y acaba de adquirir una embotelladora de agua antigua para la cual está desarrollando una marca para llegar al mercado internacional y local.
“Hacer vino sigue siendo lo que más me gusta. El resto tiene que ver con un desarrollo intelectual de lo que utilizo, pero mi tiempo está dedicado a la vitivinicultura. Mi mayor desafío, hoy, es armar equipos de trabajo. De hecho, es la primera vez que estamos trabajando con inversores”, aclara.
Vigil impulsa al vino argentino como parte de la marca país, que ya representa a la Argentina y abre las puertas para otro tipo de negocios. “Hay que cuidarlo y trabajarlo desde ese lugar. Las coyunturas nos juegan malas pasadas, como en cualquier otro proceso de producción. Podemos tener inconvenientes relacionados a la naturaleza, como granizos o heladas. Lo más importante es tener una respuesta del estado, sobre todo para el pequeño productor primario y los productores secundarios que dependen del vino a granel”, dice. “Después, está el trabajo para la gama media y alta, que hay que seguir aumentando la superficie cultivada y trabajar en innovación para descubrir nuevas zonas con calidad y agua. Son dos piezas muy unidas”, grafica.