Por Sergio Levinsky, desde Miami
Del lado argentino, no puede haber una motivación mayor que la de repetir un título por cuarta vez consecutiva, luego de que, desde 2021, ganara la Copa América de Brasil, a mediados de 2022, la Finalissima ante Italia, y a finales de ese año, el Mundial de Qatar. Pero a ese andar victorioso, se le suma la despedida oficial de Ángel Di María, autor de goles emblemáticos en definiciones importantes, como el Mundial sub-20 de Canadá en 2007, los Juegos Olímpicos de Pekín en 2008, la Copa América 2021, la Finalissima 2022 y el Mundial 2022.
Con el retiro de Di María del equipo nacional (todo indica que seguirá jugando en el Benfica, para desilusión de los hinchas de Rosario Central, el club de sus amores), comienza a cerrarse un ciclo muy importante de una generación que hizo protagonista al fútbol argentino, por muchos años sin poder obtener títulos y en los últimos tiempos, rebelándose a ante estos hechos e imponiendo, por fin, su impronta.
Di María es uno de los reconocidos compadres futboleros de Lionel Messi, quien, lógicamente, por el paso de los años, también comienza un declive físico que hace mella en su juego, como hasta ahora pudo notarse en esta Copa América. Ya lo habían dejado otros jugadores de peso como Sergio Agüero, Ezequiel Lavezzi o Javier Mascherano, y habrá que esperar la decisión del central Nicolás Otamendi, otro de los sobrevivientes de épocas anteriores.
Otro desafío del equipo argentino es el de demostrar en una final, y ante una potencia sudamericana, que efectivamente está para ser campeón nuevamente, luego de que su andar en el torneo fuera cuestionado por su rendimiento en baja respecto del Mundial de hace un año y medio, y cuando en los cinco partidos restantes nunca se pudo enfrentar ante rivales rankeados en la FIFA entre los treinta primeros. Ni siquiera en los partidos de preparación. En este punto hay un desconocimiento de lo que podría ocurrir en la final, y muchos se encomiendan a lo ocurrido en Qatar cuando los antecedentes eran parecidos.
Lo cierto es que el equipo argentino tuvo, hasta ahora, un juego muy lento, que en algunos casos le sirvió para dormir los partidos (como ante Canadá, para bajarle su ritmo) y en otros, lo perjudicó porque apareció sin la dinámica del Mundial.
Por otra parte, la posibilidad de quitarle el invicto de 28 partidos (25 con el actual entrenador, el argentino Néstor Lorenzo) a Colombia, agrega motivación, más aún tomando en cuenta que la última derrota de los cafeteros fue precisamente ante Argentina y con el mismo árbitro de la final, el brasileño Raphael Clauss (2 de febrero de 2022, con gol de Lautaro Martínez, por la clasificación al Mundial de Qatar).
Por el lado de los colombianos, el hecho de llegar a una segunda final de Copa América en toda la historia (la anterior fue como local en 2001, cuando ganó el torneo, aunque sin la selección argentina, ausente por motivos de “seguridad”), ya opera como suficiente aliciente, pero más aún, teniendo que enfrentar a la selección argentina vigente campeona de América y del mundo.
Es el partido ideal para ratificar el excelente momento de juego y de algunos de sus protagonistas, desde el llamativo regreso a los primeros planos de su estratega James Rodríguez (que de muy joven vistió la camiseta de Bánfield), pasando por el estrellato de Luis Díaz, el gran extremo izquierdo del Liverpool, o la revelación del torneo, el volante Richard Ríos, hoy en el fútbol brasileño y producto del futsal, que todo indica que le dio un dominio especial de la pelota.
En lo estructural, hay que saludare el trabajo de Néstor Lorenzo, ex ayudante de campo de José Néstor Pekerman en la propia selección colombiana, y que al principio de su trabajo no contaba con grandes apoyos, dados sus escasos antecedentes al frente de equipos de importancia.
Sin estridencias, Lorenzo fue ganándose la confianza de sus jugadores, apostó por un fútbol técnico, estético, al que le agregó elementos de carácter colectivo y fortaleció la defensa con la convicción de que se puede sostener un resultado o resistir los embates rivales (como en todo el segundo tiempo de la semifinal ante Uruguay con un jugador de menos) sin apelar a los golpes ni a la especulación.
Este plantel, salvo unos pocos casos, es el mismo que no logró la clasificación al Mundial 2022 y que en la misma estuvo siete partidos (sobre nueve totales de la segunda rueda) sin poder marcar un gol, y que tuvo entrenadores como el portugués Carlos Queiroz y Reinaldo Rueda.
Pero estos jugadores tomaron el desafío de cambiar de cara al equipo y lo consiguieron en base al fútbol, el equipo se destaca hasta en el juego aéreo, que nunca fue una gran característica, y, sin embargo, ya conquistó cinco goles por esta vía en los cinco partidos del torneo.
A propósito del marco de público, todo indica que el Hard Rock Stadium estará a reventar porque la final albergará a hinchas de las dos colonias más grandes de la ciudad, y, de hecho, la reventa está a la orden del día, con entradas que no bajan de los 2250 dólares y que llegan hasta casi los 7000.
Si la distancia entre entradas es alta, se debe no tanto a las ubicaciones en el estadio sino al origen de la reventa. Los nativos, que conocen bien el mercado, ponen precios altos desde los primeros minutos, pero brasileños o uruguayos, que previendo que sus selecciones podían llegar a la final, no tienen el mismo conocimiento y partieron de valores más bajos.
Desde lo físico, quien tiene ventaja es la selección argentina, no sólo por el día de descanso extra por haber jugado la semifinal ante Canadá un día antes que Colombia ante Uruguay, sino porque los de Lorenzo tuvieron un desgaste mucho mayor, quedaron con diez en todo el segundo tiempo, al perder por expulsión a uno de sus mejores valores, el lateral derecho Daniel Muñoz, sino que también se lesionó (habrá que esperar para saber el grado de dolencia) el volante Richard Ríos y varios jugadores, como James o Díaz, fueron reemplazados precautoriamente, para tener tiempo de recuperación ante Argentina.
El otro punto es la eventualidad de que un empate lleve a los penales. Allí podría aparecer, como en los últimos tiempos, la figura de Emiliano “Dibu” Martínez, que en la semifinal de la Copa América de 2021 fue protagonista de la definición desde los doce pasos ante el mismo rival y que también lo fue ya en muchas otras ocasiones, como en la final del Mundial de Qatar.