La comisión directiva del club Atlético Palmira, con Héctor Rosales a la cabeza, tomó la medida de "separar de la institución a los implicados del lamentable suceso", quienes estaban a cargo de la décima categoría. Se trata del delegado Fernando Martos, el ayudante de campo Emanuel Ríos y suma al director técnico del equipo palmirense, Sebastián Ponce.
Esta decisión fue tomada por parte de la institución, luego del ataque que recibieron el último domingo dos árbitros del fútbol infantil mendocino en la cancha de Fray Luis Beltrán por parte de representantes del club Palmira. En tanto, la asociación de árbitros local ACAMA paralizó las actividades hasta tanto se concrete una sanción ejemplar, la Liga Mendocina de Fútbol repudió los hechos y la ministra de Seguridad Mercedes Rus pidió que los agresores no puedan ingresar nunca más a un espectáculo deportivo.
El hecho que tomó rapidamente trascendencia a través de un video donde se reflejaron las agresiones que tuvieron como blanco los jueces del encuentro, una vez finalizado el partido y cuando los jueces se encontraban caminando hacia los vestuarios, finalmente llegó en las últimas horas con la decisión de apartar del club a los involucrados.
La novedad que brindó el Club Atlético Palmira a través de sus redes es que cita en su misiva a tres personas como las responsables de la brutal agresión a los árbitros Cristian Miranda y Damián Ojeda en el medio del campo de juego.
Además expresa ponerse a disposición de los árbitros agredidos y de las actuaciones del Tribunal de Disciplina conforme a la Ley 23.184 de prevención y represión de la violencia en espectáculos deportivos.
Las agresiones en imágenes
El video, muestra a los jueces del partido, dirigiéndose hacia los vestuario. Ingresa al campo de juego un hombre que se acerca al árbitro y lo increpa, al la vez que le propina un golpe detrás de la cabeza.
De inmediato, el referí se desploma sobre sus rodillas, ante lo cual se acerca una persona con chaleco amarillo que pertenecería a la seguridad para intentar calmar al enfurecido agresor y hasta lo empuja para sacárselo de encima. Sin temor al uniforme, el hombre parece amenazarlo y le señala con el dedo.
No satisfecho con el golpe, vuelve a acercarse al juez en el suelo para seguir agrediéndolo, esta vez de forma verbal. No está dispuesto a irse de la cancha, mientras lo rodean los pequeños futbolistas de Palmira, que contemplan la agresión y tratan de frenarlo. El agresor se acerca al otro juez e interviene un segundo atacante, tan furioso como el primero, que le da un cabezazo. En ese mismo momento, el primer agresor le da un puñetazo por detrás. El árbitro es separado por un tercero, mientras que el atacante vuelve a amenazar a la persona uniformada.
Pese al bochornoso momento que protagonizó y su repudiable acción violenta, el atacante habría continuado con su plan agresivo en camarines, adonde se habrían sumado más personas para agredir verbalmente a los árbitros.
Solo se llegó a parar la gresca cuando arribó la Policía, alertada por uno de los testigos del hecho.