En un ámbito de tanta complejidad como lo representa el fútbol, personas de la talla del "Gato" Oldrá representan una rareza.
Un ser humano con valores y principios que no solo pregona, sino que pone en práctica, implica mucho más que una persona reconocida en un ambiente enrarecido como lo implica el fútbol argentino.
Son pocos los casos de entrenadores que hayan generado tanta identificación con los hinchas, al punto de haber quedado en la historia de un club por generaciones.
Será difícil disociar la imagen de quien representa un símbolo ligado a Godoy Cruz desde hace décadas, pero que ahora concretó lo que ya había comunicado mese atrás: alejarse de la dirección técnica del plantel profesional.
Pudo haber sido al final de esta temporada, pero decidió comunicarlo personalmente durante la conferencia de prensa post partido en el estadio "Ciudad de Vicente López".
Más allá de la frustración por la derrota agónica frente a Platense, lo cierto es que la decisión ya estaba tomada y con argumentos sólidos.
No se trata de hechos circunstanciales como puede ser este momento de resultados poco favorables en el Tomba, sino de que hay procesos de cambio en cada persona que van definiendo qué es lo que se quiere, el cuándo y su porqué.
Daniel Oldrá no va a desaparecer jamás del corazón de cada simpatizante tombino, porque precisamente, es quien mejor capta el sentimiento del hincha y todo lo que esto representa.
Se tomará un año sabático, quizás, y hasta pueda retomar su rol diferencial como emergente a todo tipo de consultas en la entidad "bodeguera".
Su nombre está grabado a fuego en una institución que lo siente como un hijo pródigo.
Sigue y seguirá convertido en un referente, como toda leyenda viviente.