Por Sergio Levinsky desde Houston
Habíamos tenido un día agotador, con el gran Roberto Suárez, mi amigo y director del diario Jornada (ahora ya transformado en el Grupo Jornada con diario, diario online y radio), pero me comentó que había aparecido una chance de ir al Centro de Radio y TV, en pleno Mundial de Brasil, a última hora del día, para participar del programa "De Zurda", que conducían Víctor Hugo Morales y Diego Maradona por Telesur. Eso implicaba viajar más de una hora y media por Río de Janeiro, si queríamos ir en transporte público, desde el centro de la ciudad hasta la Barra de Tijuca. Decidimos ir. Roberto se llevó varios ejemplares del diario, en el que Víctor Hugo era columnista (de hecho, mi vecino de columna).
Cuando llegamos, alrededor de las 22,30, tuvimos que atravesar buena parte del monstruoso edificio hasta dar con el estudio. Estaba tan repleto de gente que un poco nos acobardamos. Muchachos sentados en el suelo en los alrededores, una multitud. El programa estaba cerca de terminar y Fabiana Segovia, la productora de VHM, nos vino a buscar para que entraramos.
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En ese momento, le dije a Roberto que fuera él, que yo me quedaba afuera porque nunca me gustó molestar y para él era importante porque hablarían del diario. Al poco rato, me vi en la TV que estaba afuera del estudio y que la gente seguía desde donde estaba sentada o parada, cómo Maradona mostraba el diario al mundo entero, sin saber qué decía, y lagrimé de la emoción.
Pasaron apenas segundos y se me acercó Fabiana Segovia nuevamente para insistirme en que entrara, que Víctor Hugo y Maradona me querían saludar, que el programa ya había terminado y se estaban sacando el micrófono. Accedí, pero al entrar, pasando por la multitud, me palpé el bolsillo del pantalón y noté que me faltaba el teléfono celular y casi me agarra un ataque.
No hubo tiempo de nada, Víctor Hugo le dijo a Diego "mirá quién está" y Diego, siempre muy generoso, me abrazó y lo noté feliz, contento, y le dijo a Víctor Hugo "Él escribió un libro muy lindo sobre mí". En ese momento, escuché un ruido continuo de flashes de cámara de fotos. Cuando ya me iba, Fabiana me entregó mi propio celular, que había sacado de mi bolsillo, con una picardía y generosidad increíble, para retratar ese hermoso momento.
Ya cuando nos íbamos todos, Víctor Hugo nos invitó a cenar a Roberto y a mí, pero teníamos una hora y media de regreso, eran casi las 12 de la noche y al día siguiente había que madrugar, así que desistimos, pero fue un momento inolvidable, que atesoro por siempre. Ah, luego supe que Maradona, cuando mostraba el diario Jornada, dijo "¡Éste es un diario, éste es un diario!".