Se veía venir la sanción interna a Sergio Romero y parece a la medida de lo que se entiende como el adelanto de un secreto a voces: la continuidad del arquero en Boca Juniors está amenazada y la tendencia marca que el cierre de la temporada puede implicar su desvinculación.
"Se me fue la cabeza", dijo post el escándalo tras la pelea frontal con plateístas que protestaban tras la derrota ante River.
"Me puteó con tantas ganas que me encontró", fue otra de las desafortunadas expresiones, sobre un plateista, dichas por un profesional del fútbol que pareció olvidarse de su condición para parecerse a un amateur del "rioba" que jugaba "un desafío contra los de la otra cuadra".
Ambas frases, cuasi en modo adolescente de un guardavalla con dos mundiales encima (2010 y 2014), más una década y pico de trayectoria en el fútbol europeo, parecen no cuajar con estar a la altura de lo que se espera de un referente.
Le será muy complejo recomponer la relación con la gente y los dos partidos de suspensión que le puso el club -ante Belgrano y Argentinos Juniors- parecen poco ante el sentimiento de rechazo que está metido debajo de la piel del hincha.
Valga el juego de palabras en sentido metafórico: "Chiquito" está metido en un lío grandote. Y no parece percibir si es que aún hay luz después del túnel.