Pasó el fin de año y ya comenzó el siguiente. ¿Es momento de hacer balance?
Cuando va terminando el año que se acaba e iniciando el nuevo año, muchas personas, y particularmente los deportistas, tienden a reflexionar y querer hacer una suerte de balance.
¿Es útil? ¿sirve siempre? ¿para qué?
Repensar los torneos en los que se participó, las medallas obtenidas, las medallas no logradas, los podios con los que se soñó, siempre es bueno…el problema resulta ser que, en ocasiones, estos balances tienen un tinte cruel y ponen de relevancia todos los no, antes que los si, tornándose en una exigente y dolorosa puesta a prueba.
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En particular, en el deporte es importante poder hacer estos balances, pero no sólo en diciembre o en enero, y no únicamente con el foco en si la medalla tiene grabado el número uno o se trata de un recuerdo de la participación en el evento.
Poder correr el enfoque a analizar si lo realizado acercó al objetivo deseado en lugar del logro, es una posición más amorosa con el propio ser, menos exigente y sobre todo más motivadora.
Aproximarse, estar en el camino.
Es cierto que la sensación de frustración se hace presente cuando un intento no logra su cometido final: lo importante, luego de dar lugar a ese sentir, a ese pequeño duelo que se procesa cada vez que algo que se quiso no se logró, es poder pensar qué falta para poder llegar a eso, evaluar su factibilidad y de allí plantear el nuevo plan.
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Si el plan es imposible o si la meta no es posible, la motivación decae. En cambio, cuando puede detectarse qué es necesario instrumentar para poder alcanzarla y qué hay que ajustar para poder llegar ese objetivo, la motivación crece.
Sigmund Freud, creador del psicoanálisis, ya hace más de 100 años orientaba con respecto a poner en la balanza y medir. Usaba mucho términos y analogías con la contabilidad, con la física. Hablaba de ganancia de placer, poniendo límite por medio del principio de realidad.
Es decir que, si cuando hago mi balance puedo ver que hay sufrimiento, exigencias crueles, demandas dolorosas y reproches por aquello no logrado hay que poner un límite en la manera en la que se está viviendo la actividad.
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Ahora bien, si cuando hago el balance encuentro que hubo disfrute, que ese resto de lo que faltó si bien duele, sirve como motor para seguir deseando, seguir proyectando y seguir buscando, ésa es la posición de salud que potencia en el deporte y, también, la vida.
Por Ana Laura Roitman
Psicoanálisis y deporte Mat 3589
Edición periodística: Fabián Galdi