Florencia solía hacerse el esmaltado semi permanente, el mismo que muchas mujeres eligen por varias razones: el acabado es impecable, dura semanas sin saltarse y hasta se pueden hacer diseños (el llamado nail art). A veces alternaba con “kapping”, que es una capa de acrílico o gel que se pone sobre la uña (y también requiere poner las manos en la lámpara).
En diciembre de 2021 que se vio la mancha verde. No sólo esa uña había empezado a levantarse sino que habían empezado a despegarse todas. Nada de lo que probaban funcionaba.
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Pasó por dermatólogos de la Ciudad de Buenos Aires, de su prepaga, particulares, probó con otros de Cañuelas, de donde es su familia. Le indicaban gotitas, nada.
Un estudio específico hecho por un reconocido médico del Hospital de Clínicas mostró por qué nada funcionaba: no tenía hongos, tampoco tenía bacterias.7
"Tenía un carcinoma espinocelular in situ: un tumor localizado en el sector de la uña, o sea cáncer de piel”, explicó el dermatólogo, Damián Ferrario a un medio porteño.
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Los médicos señalaron que el hecho de que las uñas quedan tan débiles (porque se lima la superficie brillosa para que el esmalte penetre), cuando se saca el esmalte enseguida se vuelve a pintar. Se usa la lámpara tanto para sacar el esmalte viejo como para fijar el nuevo.
“Las camas solares están catalogadas como cancerígenas y las lámparas UV para uñas son mini camas solares”, explicó un especialista, quien señaló que en este caso las manos están más cerca de la lámpara.
Los especialistas le sacaron la uña y le realizaron una biopsia a Florencia y fue así como finalmente confirmó que tenía cáncer de piel. Si bien pudieron extraerlo rápidamente, señalaron que sean muy cuidadosas a la hora de hacerse las manos.
Con información de Infobae.