La intrigante historia detrás de la amenaza de bomba en un vuelo de Aerolíneas Argentinas hacia Miami ha despertado sospechas de una posible venganza por despecho. La azafata en cuestión, Daniela Carbone, quien ha trabajado en la empresa durante más de 25 años e incluso fue instructora en la escuela de azafatas, se encuentra actualmente en el ojo del huracán. Las fuentes cercanas al caso han revelado que Carbone estuvo en una relación sentimental durante cinco años con un azafato que se encontraba en el vuelo amenazado, pero recientemente la dejó. Hay diferentes versiones sobre el motivo de la ruptura: algunos dicen que el hombre estaba viéndose con otra empleada, mientras que otros sostienen que tenía planes de reunirse con su nueva pareja en Miami. Sin embargo, lo que está claro es que Carbone tomó el teléfono de su hija, le colocó un chip prepago y realizó la llamada amenazante.
Los eventos tuvieron lugar la mañana del domingo 21 en el aeropuerto internacional de Ezeiza, mientras el vuelo "AR1304 Ezeiza-Miami" se preparaba para despegar a las 7:35. Una voz distorsionada al otro lado del teléfono profería la escalofriante advertencia: "Decile al capitancito que le pusimos tres bombas en el Miami. Que se deje de joder con la política y chequee el avión porque van a volar en mil pedazos".
Inmediatamente se activó el protocolo de seguridad para verificar la presencia de explosivos. Como consecuencia de la amenaza, el avión retrasó su partida durante siete horas, lo que resultó en pérdidas millonarias para la empresa estatal, estimadas en alrededor de un millón de dólares.
El juez federal de Lomas de Zamora, Federico Villena, y el fiscal Sergio Mola se sumergieron de inmediato en la investigación, colaborando estrechamente con el personal de la división Antiterrorismo de la Policía de Seguridad Aeroportuaria. La causa se mantuvo en secreto de sumario para llevar a cabo diversas diligencias. En este momento, el juzgado ha interrogado a la tripulación, escuchado al piloto y ordenado el análisis de las comunicaciones.
Un detalle llamativo acaparó la atención de los investigadores. Si bien es común recibir amenazas en el aeropuerto, el número al que se realizó esta llamada no era fácilmente accesible. Esto, junto con la forma en que se expresó el autor de la llamada, llevó a los detectives a sospechar que se trataba de alguien familiarizado con la actividad aeroportuaria.
El piloto del vuelo es hijo de Jorge Alberto Pérez Tamayo, exlíder del sindicato de pilotos (APLA), pero no estaba involucrado en actividades políticas sindicales en ese momento. La mención de "que se deje de joder con la política" en la amenaza sugiere que el autor tenía conocimiento interno de los ocupantes de la tripulación, y no solo de los pasajeros. Además, la mujer hizo referencia al colegio al que asistían los hijos del piloto, lo que agravó las acusaciones en su contra.
Sin embargo, las sospechas apuntan a que la azafata Daniela Carbone utilizó al piloto como señuelo para encubrir el verdadero destinatario del mensaje amenazante. Parece que buscó confundir tanto distorsionando su voz como desviando la atención hacia otra persona.
Los investigadores comenzaron a centrarse en Carbone 48 horas después de que se iniciara la investigación. Sin embargo, necesitaban recolectar pruebas para confirmar sus sospechas. Descubrieron que la llamada se realizó desde el teléfono de su hija, utilizando un chip prepago. Debido a esta evidencia, el expediente se mantuvo en secreto de sumario hasta que se ordenó su detención. La mujer fue arrestada al llegar al país en su último vuelo, como si la estuvieran esperando, según afirmaron las fuentes.
El martes, el juez decidió levantar el secreto de sumario. Ahora, la acusada tendrá la oportunidad de presentar su versión de los hechos cuando se le muestren las pruebas en su contra.