El teólogo, filósofo y antropólogo brasileño Leonardo Boff, considerado uno de los mayores artífices de la Teología de la Liberación latinoamericana y conocido por sus aportes a los derechos humanos, asegura que el coronavirus es una secuela del modo de producción capitalista, “que ha avanzado sobre los bosques en razón del agro-negocio destruyendo parte del hábitat de los virus” y advierte en una entrevista con la presidenta de Télam, Bernarda Llorente: “o la humanidad reacciona o vendrán más virus letales”
Hace casi medio siglo que Boff (Santa Catarina, 1938) se convirtió en uno de los emblemas de la teología de la liberación, una corriente revolucionaria dentro la Iglesia Católica latinoamericana cuyos alcances detalló en su libro “Iglesia: carisma y poder”, que le valió algunos desencuentros con el Vaticano pero no frenó nunca su compromiso con organizaciones sociales como el Movimiento Sin Tierra y las Comunidades Eclesiales de Base, pese a que renunció a sus actividades como sacerdote en 1992.
En paralelo, este doctor en Teología y Filosofía por la Universidad de Múnich, Alemania, ha dado lugar a una portentosa obra académica que se compone de un centenar de títulos como “La dignidad de la Tierra”, “El águila y la gallina”, “El cuidado necesario” y “América Latina: de la conquista a la nueva evangelización”, centrada en tópicos como la marginación social, la ecología y la física cuántica.
“La pandemia es un contraataque de la madre Tierra contra un tipo de humanidad que la sigue amenazando, destruyendo. Esta humanidad ha creado muchos valores, pero también la posibilidad de autodestrucción”, destaca Boff en una entrevista con Télam a través de la plataforma Zoom que permite apreciar cómo su silueta se recorta sobre una deslumbrante biblioteca que atesora 30.000 volúmenes. “De ellos 104 escribí yo”, acota con entusiasmo.
-Télam: Se ve con bastante preocupación la situación de Brasil en medio de una América Latina con muchos problemas en su calidad democrática. ¿Se puede hablar de ciertas amenazas en la región y el mundo sobre el funcionamiento de las instituciones democráticas y el Estado de derecho? ¿Cuál es el alcance de esta crisis de valores?
-Leonardo Boff: Hay una tendencia en ciertas partes del mundo que es el ascenso de la derecha. Empieza por Estados Unidos, sigue por Filipinas, Hungría, y también en América Latina, particularmente en Brasil en donde tenemos un presidente sumamente autoritario, que en todo momento amenaza con golpes de estado, no aprecia las leyes ni la democracia, y utiliza un lenguaje de brutalidad, de odio, de difamación. La crisis por la que atravesamos es política, social, económica; no hay valores, se predica la mentira y el odio. Internet y las redes sociales están repletas de violencia, de ataques ofensivos. Este es el lenguaje que genera desde el Estado el propio Presidente.
-T: Por momentos Jair Bolsonaro aparece como el émulo de Donald Trump, como su “mejor alumno”. En el lenguaje provocador, en el desprecio al medio ambiente, en su aproximación al coronavirus y sus políticas frente a la pandemia. Usted ha escrito mucho acerca del coronavirus y plantea que los gobiernos de derecha son negacionistas y con poca sensibilidad social, mientras que los gobiernos de diferentes matices políticos se preocupan por la salud pública y por asistir a los sectores más vulnerables. ¿A qué corresponde esta división política e ideológica tan antagónica en momentos en los que la humanidad enfrenta semejantes riesgos?
-L.B.: Creo que hay una visión reduccionista del tema. Se pone el foco en la medicina, la técnica, los insumos, la búsqueda frenética de una vacuna. Pero es necesario darle un contexto al virus. La Covid-19 cayó como un rayo sobre el capitalismo neoliberal. Todos los mantras que tenía como el lucro, la especulación financiera, los niveles extremos de concentración, la competencia, el individualismo, el consumismo, el Estado mínimo, la privación de los espacios comunes, han sido inútiles. Este modo de producción capitalista ha afectado la naturaleza, ha avanzado sobre los bosques en razón del agro-negocio destruyendo parte del hábitat de los virus. La Tierra es un súper organismo vivo, que articula lo físico y lo ecológico para mantener su equilibrio. La pandemia es un contraataque de la madre Tierra contra un tipo de humanidad que la sigue amenazando, destruyendo. Como dice El Papa, nunca hemos maltratado y dañado la casa común como los últimos siglos. Entonces, la tierra reacciona: el zika, el ébola, el chikungunya. El cambio es que ahora el planeta entero está afectado. Es una señal. O la humanidad reacciona o vendrán más virus letales, en una suerte de guerra que no tenemos chance de ganar. Ella nos puede destruir y seguir adelante sin seres humanos.
-T: Más allá de su descripción preocupante y casi aterradora, parecen no haber demasiadas reacciones. Ante el desastre del Amazonas, Bolsonaro insiste en que Brasil tiene un modelo de preservación ambiental y que los incendios forestales son “normales”. El tema preocupa al mundo por las consecuencias de la destrucción de cientos de miles de hectáreas producto de la extensión de las fronteras agrícolas y mineras.
-L.B.: Sí, hay que tener un cuidado especial con el Amazonas. Es un espacio compartido por nueve países, pero el 60% está en Brasil. Científicos y pensadores alertan que los climas de la tierra van a depender de cómo tratemos ese bosque húmedo, ya que equilibra al resto. Tiene la mayor biodiversidad y es la reserva de agua más grande del mundo: un bien escaso, natural, vital, insustituible, pero con el cual se hacen grandes negocios. Bolsonaro, incluso, ha acordado con Trump que algunas empresas estadounidenses exploten la parte amazónica, invadiendo reservas de pueblos originarios, en función de explotar la minería, la extracción de madera, de oro y de otros metales raros. Es un modo de producción capitalista que daña, deforesta y contamina los ríos, especialmente con mercurio. La Tierra no pertenece a nadie, nos pertenece a todos. El Amazonas no es sólo de Brasil, Bolivia, Ecuador o Venezuela. Esos países tienen la administración, pero no son los dueños.
-T: ¿Cree que la experiencia de la Covid-19 nos hará reflexionar? ¿Cuál va a ser el protagonismo de los movimientos sociales?
– L.B.: La humanidad ha mostrado reacciones, sino ya estaría perdida. No nos salvará el lucro sino apostar por la vida. Por la cooperación frente a la competencia. Por la interdependencia ante el individualismo. El cuidado de la Tierra en vez de su destrucción. La sociedad organizada antepuesta a la lógica del mercado. Un Estado fuerte para atender las necesidades de su pueblo.
El mundo está retomando la superproducción, contaminando el agua, el aire. A eso no podemos volver, porque la Tierra no aguanta. Tenemos que hacer una reconversión ecológica; no sentirnos dueños y maestros de la naturaleza, sino parte ella.
-T: Usted hablaba de una recuperación ética, ¿cómo se reconstruye la ética en esta sociedad?
– L.B.: Hay que crear condiciones para que la vida sea protegida, defendida y tratar siempre humanamente a los seres humanos. Los últimos datos de bancos suizos nos dieron hace unas semanas que el 1% de la humanidad posee el 45% de la riqueza de todo el mundo; el 50% de la humanidad tiene sólo 1% de esa riqueza. Por detrás de esos números está la tragedia de enfermedades y muerte de millones.
La humanidad corre el riesgo de autodestrucción, tiene ya armas químicas nucleares que de nada valen contra el nuevo coronavirus, pero que pueden destruir de 15 formas diferentes toda la vida en la Tierra. Esa civilización que nació en el siglo XVII y que trajo grandes beneficios, simultáneamente ha creado su autodestrucción. Y ahora la inteligencia artificial, con sus mil millones de algoritmos, es independiente de nosotros y toma decisiones sin preguntarnos. Esa humanidad ha creado muchos valores, pero también la posibilidad de autodestrucción. Sin determinados valores éticos no vamos a subsistir.
“La Teología de la Liberación tiene más sentido que nunca”
A cincuenta años de la creación de la Teología de la Liberación, el movimiento que en sus inicios sacudió a la Iglesia Católica con su mensaje centrado en poner fin a las injusticias en todo el mundo, su ideario sobrevive hoy como una teología popular en los movimientos sociales “de los negros, de las mujeres, de los derechos humanos”, asegura el teólogo brasileño Leonardo Boff, uno de sus artífices, quien además vaticina: “La humanidad va a despertar de su conciencia adormecida”.
– Télam: A medio siglo de la fundación de la Teología de la Liberación, de la cual usted fue uno de sus fundadores ¿Cómo se resignifica aquella corriente?
– Leonardo Boff: Lo esencial es entender el eje central: contra la pobreza y a favor de la justicia social. Los pobres han aumentado en todo el mundo y también en Brasil; hoy más que nunca esa teología tiene sentido. Antes era una teología que se hacía entre estudiosos y académicos, en la universidad. Ahora se resignificó en los movimientos sociales: es una teología popular, de los negros, de las mujeres, de los derechos humanos. Muchos de ellos tienen como referencia teórica y espiritual a la teología de la liberación, al tiempo que ellos mismos la producen. Muchos estudian griego y latín para poder leer la Biblia en su lengua original, porque sospechan que los traductores no dicen toda la verdad.
En cada reunión del Foro Social Mundial hacemos dos días de encuentro con miles de personas de América Latina, de Asia, de Europa, de Estados Unidos. Ahí discutimos la teología de la liberación siempre en la búsqueda de la justicia social. Esa es la base para una paz duradera. Y los fuertes no somos ni Gustavo Gutiérrez, ni Fray Bentos ni yo; son esos grupos que llevan adelante el pensamiento y la inspiración.
– T: ¿Cómo se traduce hoy esta doctrina en acción o en proyecto político?
– L.B.: Hay dos o tres proyectos globales que pueden tener sentido y pueden mejorar la situación de las personas. El primero es el eco-socialismo, que no es el socialismo tradicional, sino el que incorpora el momento ecológico, el que postula un pacto social mundial. Para trabajar contra el virus debemos trabajar juntos: es el tiempo de construir la Tierra como la casa común, el único lugar en donde todos nos encontremos. Una acción que piense los problemas globales con soluciones globales. El eco-socialismo es un proyecto real y puede ser realizado.
Tal vez esa sea una utopía ahora, pero tiene algo profundamente verdadero y humano, que es buscar la armonía entre todos. En la familia, en la sociedad, con la naturaleza; una economía no de la acumulación, sino de la subsistencia. Y que todos estén incluidos. La humanidad va a despertar de su conciencia adormecida.