Que las universidades públicas han sido y son en la Argentina fuente de educación pero también de mejoras en las condiciones de vida de las sociedades, no es novedad.
De hecho, Mendoza cuenta con la Universidad Nacional de Cuyo, una de las casas de estudio más grandes de Argentina y Latinoamérica, y un ámbito donde se han formado miles de profesionales de distintas disciplinas que, de una u otra forma, se han destacado en el mundo.
Desde gobernadores y vicegobernadores, como Alfredo Cornejo, Laura Montero, Celso Jaque o Jorge López, hasta destacados médicos, como Roberto Zaldívar o Fabián Cremaschi, por citar apenas algunos ejemplos. Aunque entre sus egresados también figuran integrantes de la NASA, tal el caso del el Ing. Lucas Paganini, o viajeros en simuladores del espacio, como el joven Ing. en Mecatrónica, Marcos Bruno.
Sus logros, que llenan de orgullo a los mendocinos, son fruto de los fondos públicos que mantienen a la Universidad, pero que en algunos casos, resultan exiguos cuando se quiere avanzar más.
Es que en la mayoría de los casos, los ingresos limitados de una Casa de Estudios, abarcan en un 90% al mantenimiento de sus recursos, principalmente humanos. Y sólo un 10% permite avanzar en alternativas de innovación, de más investigaciones o del fomento de proyectos mancomunados con el resto de la sociedad.
Eso es lo que motivó a las actuales autoridades universitarias a promover el programa “Impulsores UNCUYO”, con la idea de generar fondos de desarrollo que propicien, precisamente, proyectos complementarios “que contribuyan a mejorar la calidad de vida de la gente”.
Así lo explicó en el programa “Con peras y manzanas” de Radio Jornada, el vicerrector Gabriel Fidel. “En el mundo esto se llama ‘estrategia de desarrollo de fondos’, explicó. “La idea es desarrollar programas y proyectos involucrando a actores de la sociedad como empresarios, gobiernos locales y provinciales, con diferentes aportes, ya sean de dinero, o de horas de trabajo o de infraestructura”, añadió.
“Distintos tipos de investigación, en bioeconomía, biotecnología, nanotecnología, en la lucha contra el cáncer, en una vacuna, o en lo que sea, pueden contar con algún sector -privado o público- interesado en ser un financiador”, completó Fidel.
Si bien es cierto que la UNCUYO suele recibir eventuales aportes de la sociedad (además de mantener con sus impuestos al ámbito académico público), la intención de este programa es sistematizarlo, otorgarle un orden y buscar sinergia con toda la comunidad, para que ésta se sienta parte de la Universidad.
Esta sistematización tendrá un control estricto. Ya fue presentado al Consejo Superior de la UNCUYO (máximo ente del Gobierno universitario) y, según el vicerrector, contará con los valores fundamentales en este tipo de acciones: Transparencia en el manejo de los fondos; trazabilidad, para conocer cuál es el camino que recorren los aportes; confianza entre cada uno de los integrantes de esta sinergia, y la colaboración de todas las partes. “Vamos a tener como una especie de Mesa Ejecutiva en donde, además de las autoridades de la Universidad, vamos a convocar a personalidades destacadas y respetadas de la sociedad, para garantizar estos valores”, aseguró Gabriel Fidel.
En Argentina hay ejemplos de este tipo de fondos de desarrollo, que se denomina “fundraising universitario”, como los de la Torcuato Di Tella, la Universidad Austral y la estatal Universidad del Litoral. En el mundo en tanto, hay ejemplos exitosos con este tipo de fondos de donantes, como la Universidad deTexas, en EEUU.
Lanzamiento
El programa será presentado este sábado a las 10 en el restaurante Bosco, del Parque Gral. San Martín.
“Se ha invitado a unas 150 personas, desde empresarios, referentes de ONG y del Gobierno de Mendoza actual y futuro”, informó el vicerrector de la UNCUYO.