El papa Francisco, de 86 años, fue dado de alta este sábado después de estar internado tres noches por una bonquitits en el hospital Gemelli, de Roma, y regresó al Vaticano para preparar las celebraciones de Semana Santa. "Aún estoy vivo", les dijo a los periodistas que estaban en la puerta.
"Sentí solo un malestar, pero no tuve miedo", agregó, antes de retornar a la Casa Santa Marta en el Vaticano, en donde esta tarde retomará su agenda de trabajo. "Admiro tanto a los que trabajan en el hospital", sostuvo luego, tras saludar dentro del centro médico "al Rector de la Universidad Católica, Franco Anelli, junto a sus más cercanos colaboradores, el Director General del Policlínico, Marco Elefanti, el asistente eclesiástico general de la Universidad Católica, Monseñor Claudio Giuliodori, y el equipo de médicos y trabajadores de la salud que lo asistieron durante estos días", informó el Vaticano en un comunicado oficial.
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El Pontífice también se hizo tiempo para firmarle el yeso a un niño que se había fracturado el brazo jugando al fútbol, y confesó que "el encuentro más bello" que tuvo en su internación "fue con la gente que trabaja ahí". Y afirmó: "Se necesita heroicidad y tanta ternura. Los enfermos somos todos caprichosos, admiro tanto a la gente que trabaja en los hospitales, médicos, enfermeros, todos".
Al dejar el hospital, Francisco se bajó del auto, saludó y abrazó a algunos fieles presentes e incluso rezó con una pareja que lo esperaba, y cuya hija había fallecido este viernes por la noche en el mismo lugar de internación.
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Por otra parte, desde el Vaticano confirmaron que el Pontífice podrá presidir este domingo la misa de Ramos en la plaza de San Pedro, que marca el inicio de los ritos de la Semana Santa.