A cinco años del asesinato de Fernando Báez Sosa, los padres de los rugbiers condenados fueron a la Alcaidía de Melchor Romero a visitar a sus hijos.
Bajo un intenso calor, llegaron con ropa, sábanas y comida a las 12.30 en distintos autos. Llenaron papeles, el personal de la dependencia los revisó y luego les pidieron que se sacaran los cinturones. Finalmente, luego de una larga espera, entraron al penal. Allí estuvieron durante cuatro horas.
Ninguno de los familiares quiso hablar. Sorprendidos por la presencia de TN, reaccionaron nerviosos y un poco molestos. Sin embargo, ante la consulta de la cronista, el papá de Enzo Comelli respondió: “Respeten la privacidad, basta”.
Entre los padres estaban María Cinalli, mamá de Luciano y Ciro Pertossi; María Paula Cinalli, la mamá de Blas Cinalli; Rosalía Zárate, la mamá de Máximo Thomsen; Mónica Zárate, mamá de Matías Benicelli; Sergio Viollaz, padre de Ayrton Viollaz y María Alejandra Guillén, mamá de Enzo Comelli, junto a su marido.
La Alcaidía de Melchor Romero contempla un régimen cerrado y está dividida en dos sectores: uno para el alojamiento de la población masculina y otro para la femenina.
Normalmente, los jóvenes realizan actividades recreativas en el patio, bajo la supervisión de un profesor de educación física. También participan en talleres no formales, como de lectura y alfabetización jurídica.
Las condenas a los rugbiers
Máximo Thomsen, Ciro Pertossi, Matías Benicelli, Luciano Pertossi y Enzo Comelli fueron condenados en febrero de 2023 por el Tribual N°1 de Dolores a prisión perpetua por el delito de “homicidio agravado por el concurso premeditado de una o más personas con alevosía”.
Luego, la Cámara de Casación bonaerense quitó la alevosía pero mantuvo la pena. Del mismo modo, Lucas Pertossi, Blas Cinalli y Ayrton Viollaz recibieron 15 años de cárcel.
Ante esta situación, los abogados de los padres de Báez Sosa y los abogados de los rugbiers apelaron las penas y ahora esperan que la Suprema Corte de Justicia de la provincia de Buenos Aires resuelva. Por ahora, las condenas no están firmes.