Sin reconocer la derrota electoral de Jair Bolsonaro ante Lula da Silva en octubre pasado y después de protestar durante semanas frente a los cuarteles militares clamando por un golpe militar, cientos de simpatizantes del expresidente, vestidos de verde y amarillo, algunos con barbijos y otros con máscaras antigás, han invadido este domingo la sede del Congreso Brasileño, el palacio presidencial y la sede del Tribunal Supremo Federal en Brasilia.
Parte de la organización del ataque a esos edificios durante un recorrido vandálico se produjo a través de un grupo de Telegram de casi 30.000 brasileños, donde ahora, minuto a minuto, los activistas mandan videos, audios e imágenes desde el congreso y otros muestran mensajes de apoyo. Se trata de militantes ultraconservadores y profundamente anticomunistas, que siempre condenaron los hechos de corrupción del PT y bregaron por la condena a prisión de su líder, Lula.
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“Girasoles caminando hacia la explanada de los ministerios” y “Patriotas en la trinchera”, fueron los primeros mensajes en aparecer minutos después de los principales disturbios. El grupo se muestra eufórico y ya hubo heridos: un hombre recibió un disparo en la pierna y está siendo transportado al hospital.
Los participantes en la protesta han superado las barreras policiales y arrancado alambradas a pesar de que la policía ha empleado gas pimienta y otros medios antidisturbios. El objetivo ya fue declarado: quieren derrocar a Lula y a su vicepresidente, Geraldo Alckmin. Un usuario en el grupo de Telegram escribió: “Vamos a expulsar a los comunistas de Brasil”.
“El capitolio de Brasil”, escribió un usuario de Twitter. Lo cierto es que el asalto de Brasilia tiene un tinte patriótico similar a la violenta invasión del edificio del Capitolio en Estados Unidos el 6 de enero de 2021 en Washington por parte de los partidarios del entonces presidente republicano Donald Trump, un aliado de Bolsonaro, para impedir la certificación del demócrata Joe Biden como vencedor de las elecciones.
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