Los medicamentos actuales que se usan para el tratamiento del Chagas crónico suelen ser poco eficaces y provocan efectos secundarios importantes que complican su uso. Sin embargo, un grupo de científicos del Conicet y de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) podría haber encontrado una alternativa con resultados prometedores.
El estudio propone que el sorafenib, un fármaco ya aprobado para tratar algunos tipos de cáncer, podría usarse también para atacar al parásito responsable del Chagas. Este medicamento cuenta con la aprobación de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA), y su ventaja es que ya se conocen sus efectos, cómo se administra y cuáles son sus posibles reacciones adversas.
La investigación identificó una proteína llamada TcSR62, presente en el parásito Trypanosoma cruzi, causante de la enfermedad. Esta proteína cumple un rol clave para que el parásito pueda reproducirse y mantener su capacidad de infección dentro del cuerpo humano.
Tras esta identificación, los investigadores usaron herramientas informáticas y realizaron pruebas en células. Allí comprobaron que el sorafenib bloquea de manera selectiva esa proteína, logrando así eliminar tanto las formas que infectan como las que se multiplican del parásito.
“Los resultados muestran que TcSR62 podría ser una excelente opción como blanco terapéutico y, además, que hay drogas ya disponibles en el mercado que la afectan directamente”, explicó Gabriela Levy, investigadora del Conicet y líder del trabajo, desde el Instituto de Investigaciones Biotecnológicas. Levy también destacó que usar un medicamento ya aprobado reduce los tiempos y costos en comparación con el desarrollo de una nueva droga desde cero.
El próximo paso, según detalló el Conicet, será evaluar si el sorafenib es efectivo en modelos animales con infección crónica. También se planea estudiar cómo responde en combinación con otros fármacos que se usan contra el Chagas, como el benznidazol.
¿Qué es el Chagas y cómo se transmite?
La enfermedad de Chagas es provocada por el parásito Trypanosoma cruzi y se transmite a través de insectos hematófagos, especialmente por las heces de un insecto conocido como vinchuca.
Esta afección puede generar problemas cardíacos, digestivos y, en algunos casos, alteraciones neurológicas. Una de sus particularidades es que también puede transmitirse de madre a hijo durante el embarazo, algo que se conoce como transmisión vertical. Además, es posible contagiarse por transfusiones de sangre o trasplantes de órganos.