Con apenas 23 años de edad, Casper Ruud ya está en el puesto número ocho del ATP.
Proviene de un país que, históricamente, no ha dado grandes tenistas. Es hijo de Christian Ruud, quien era considerado el mejor jugador de tenis de la historia de Noruega -llegó a ocupar el puesto 39 del ránking ATP en los años noventa, pero su hijo lo superó-.
Según él mismo ha confesado, no es fácil jugar al tenis en su país. El largo invierno dificulta la practica. Si bien esta condición climática le ha servido al país nórdico para brillar en los juegos olímpicos de invierno, hay una nueva generación de deportistas noruegos que se están destacando en los deportes de verano.
Para muchos, esto tiene que ver con la política deportiva del país. Un 90% de los niños noruegos practican un deporte, o más de uno. Hasta los 13 años, solo se divierten y no hay títulos ni rankings. Luego de esa edad, los más habilidosos pueden acceder a los mejores entrenadores y instalaciones.
Algo particular de Ruud es que su mejor desempeño se da en las canchas de polvo de ladrillo. Si bien algunos comentarios maliciosos lo acusan de "robar" puntos con esta categoría, él asegura que se estrena para dar un buen rendimiento en otras superficies.
Quizás esta característica en su juego lo llevó a ser pupilo de Rafael Nadal, siendo el noruego un visitante habitual en su academia en España. También le sirvió el domingo pasado, cuando ganó su segundo Argentina Open tras vencer a Diego Schwartzman. Con este, ya acumula siete títulos.
A diferencia de otros grandes tenistas, Casper se destaca por su personalidad tranquila dentro y fuera de la cancha. Ha prometido nunca romper una raqueta, y se auto reconoce como un jugador que no busca ser llamativo, sino consistente.
Definitivamente, Casper Ruud es un nombre para recordar, y promete llegar a lo más alto del tenis mundial en los próximos años.
Maitén Leyens, practicante periodística