La historia del boxeo. Capítulo XI
Como ya lo hemos expresado en esta Historia del boxeo de Diario Jornada, los más importantes especialistas de la materia en el mundo opinaron que Sugar Ray Robinson fue, libra por libra, el mejor luchador de todos los tiempos.
Te puede interesar
Un relevante boxeador como fue, Max Schmeling, una vez dijo: “Un luchador a distancia, un luchador a media distancia. Un luchador científico. Era hermoso verlo”. Joe Louis, otro admirador, dijo que Robinson fue el mayor boxeador que alguna vez pisara el ring.
Nacido en 1921 en Detroit, Michigan, con el nombre de Walker Smith, a los 17 años Robinson ya era el campeón de los Guantes de Oro en la categoría welter juniors. Ganó todas sus peleas como amateur, 85 en total, antes de graduarse en la división profesional de aquel peso en 1940.
Robinson obtuvo la victoria en sus primeras 40 peleas profesionales, antes de chocar con Jake La Motta en 1943. Aunque fue vencido en esa pelea, combatió 91 veces sin perder nunca. El 20 de diciembre de 1946, Robinson enfrentó por el título de los welter juniors, a Tonny Bell, de Nueva York, y lo eliminó, como dejó en el camino a una serie de competidores que siguieron. Pronto se hizo obvio que no había nadie capaz de tocarlo. Él era un boxeador completo, y como Schmeling, demostró que podía ganar en la categoría que eligiera.
Robinson tenía una velocidad increíble en las manos, los músculos de las piernas de un corredor y hombros poderosos. Y por sobre todo tenía carisma. Desde 1951, Robinson necesitó un nuevo retador, pero su viejo oponente La Motta siguió siendo su principal opción. Robinson peleó sin perder un solo golpe, hasta que el referí detuvo el combate en Chicago en el round número 13 con Robinson como ganador.
El día de San Valentín parecía que Robinson tenía más que sólo un corazón. Él continuaba en la división de los pesos medianos. Pero nueve días después de pelear en Italia, aceptó tener un enfrentamiento con el británico Randolf Turpin en Londres.
El 10 de julio de 1951, Robinson le había puesto punto final a la pelea en 15 rounds. Dos meses después ganaría nuevamente el título, en el Polo Grounds, de Nueva York, en una de sus luchas más memorables. Cortado sobre un ojo, Robinson peleó completamente teñido en su propia sangre, para volver a ganarle a Turpin en el décimo round.
En otra pelea, luego de un devastador tercer round, sería noqueado por Rocky Graziano en Chicago. Pero al poco tiempo la historia lo llamaría nuevamente. “Yo había disputado welter y medio, ganándole a la mayoría de la gente de mi clase –decía Robinson– pero la gente quería verme pelear con Máximo”.
José Máximo era el campeón de los pesados livianos, y estaba dos categorías y por encima de Robinson en su peso natural. En junio de 1952. Buscando igualar a Henry Armstrong y Bob Fitzsimonns, dueños del título en tres clases diferentes, Robinson subió al ring con Máximo, sofocado por los más de 40 grados en Nueva York. Luego de 12 rounds, Robinson llevaba la delantera en todas las cartas, pero el calor pudo con él en el round 13: en la vuelta siguiente no respondió al timbre de la campana.
Se retiró seis meses después. Pero antes de dos años Robinson ya estaba en el ring nuevamente. Su carrera duraría otros once años. Y sostuvo el título de peso medio mediano. Pero nunca igualó su estado atlético de aquellos días de welter junior. Cuando tuvo su última pelea, en 1965, a la edad de 44 años, Muhammad Alí ya era campeón.
Aun cuando Sugar Ray Leonard se apropiara luego, de su nombre, la historia del boxeo sólo celebraría a un solo Sugar Ray Robinson.
Te pueden interesar los capítulos anteriores.