El Tour regresó impoluto tras la segunda jornada de descanso, sin ningún positivo por coronavirus, ni tampoco de los otros. Los 785 test PCR hechos al pelotón y su entorno dieron todos negativos, con lo que se despejó una de las incógnitas iniciales de esta carrera. El Tour 2020 llegará a los Campos Elíseos y el resultado deportivo no estará condicionado por la pandemia. La burbuja ambulante funciona. Los ciclistas retomaron la marcha con esa descarga, ya centrados en lo suyo: la competición. Por delante quedan los Alpes, los Vosgos y la coronación en París.
La primera etapa alpina fue terreno de tanteo, sin batalla relevante entre los gallos, que se reservan para la etapa reina de este miércoles en el Col de la Loze y para el duro encadenado del jueves. El recorrido invitaba a una fuga numerosa, que se cumplió con 23 corredores. Existía la interrogante de si alguno de los líderes que había perdido tiempo se iba a animar a la aventura tras el descanso del lunes, pero no fue así. Si el primero que nos vino a la cabeza fue Egan Bernal, pronto quedó claro que no está para esos trotes, porque rodó alicaído en cola del pelotón, dolorido de su espalda, hasta que se descolgó a 30 kilómetros y se dejó llevar por el autobús de los velocistas. Lo más parecido a ese perfil en el corte fue Richard Carapaz, el número dos del Ineos, ganador del Giro 2019, que tomó la salida a más de media hora. El ecuatoriano se fugó con sus compañeros Andrey Amador y Pavel Sivakov. El equipo británico tiene que buscar nuevos retos. Y la alegría.
En la fuga viajaban también tres españoles: Imanol Erviti y Carlos Verona, siempre atentos al liderazgo del Movistar en la clasificación por equipos, sin renunciar a algo más glorioso por el camino, y Mikel Nieve, un veterano asiduo en estas refriegas. Otras miradas apuntaban a dos franceses: Julian Alaphilippe, siempre al ataque, y Pierre Rolland, repetidor en estas lides, que buscó los puntos de la Montaña. Ya está empatado a 36 con Benoît Cosnefroy.
Carapaz hizo la selección en el penúltimo puerto, Saint Nizier du Moucherotte, un primera de 11,1 kilometros al 6,5% de pendiente. El sudamericano se desprendió del dinámico Alaphilippe y de Sébastien Reichenbach, el campeón de Suiza, pero no pudo despegarse de Lennard Kämna, insistente en otra fuga de este Tour. El alemán de 24 años no quiso volver a sufrir la experiencia que tuvo en el Puy Mary ante Dani Martínez y atacó nada más coronar a Carapaz, que no pudo seguir la estela del contrarrelojista germano, ahora reconvertido a escalador. Kämna abrió hueco en el terreno de rodador, bien acoplado, sin mirar atrás. El corto puerto final de Villard de Lans no tenía dureza para la remontada del ecuatoriano. El Ineos deberá perseguir otro día el objetivo. El Bora y Kämna ya lo han alcanzado. Mejor sin compañía.
El único que hizo una propuesta diferente fue Guillaume Martin, que intentó un ataque a dúo con Nicolas Edet en el penúltimo puerto. No le llevó a ningún sitio, pero se agradece que alguien pruebe alguna cosa distinta a subirse al tren amarillo del Jumbo. A falta de dos kilómetros, cuando la fiesta estaba a punto de apagar las luces, David de la Cruz apretó el ritmo para Tadej Pogacar, con Primoz Roglic siempre a rueda. Sólo se descolgó el maltrecho Nairo Quintana. Superman López pegó un demarraje final y los favoritos entraron en fila. Cosquillas para el líder.
El pelotón afronta este miércoles la etapa reina, con la Madeleine y el Col de la Loze. Por primera vez se sube por encima de los 2.000 metros, a ver si la novedad tiene alguna consecuencia. Los gallos se reservaron para esta gran etapa. A ver si, con tanta expectación, no vuelven a fumársela diciendo, como empiezan a decir, que la dura es realmente la del jueves. Exigente será, y posiblemente decisiva… Pero mejor no volver a dejar los cartuchos para un día siguiente que nunca llega.