Actualmente, la mayor pérdida de empleos formales e informales por la pandemia se registra en empleadas de servicios domésticos, ya que hasta el segundo trimestre de 2020, 30 de cada 100 perdieron su trabajo.
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El retorno al nivel de actividad económica prepandemia de COVID-19 tomará varios años, lo que se traducirá en una lenta recuperación del empleo, advirtieron la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Esta crisis afectará principalmente a mujeres y jóvenes, que ya vienen sufriendo las consecuencias del desempleo. El confinamiento y el cierre de escuelas exacerbó las presiones sobre las mujeres en las tareas del cuidado, señalaron en un informe.
La reactivación del mercado laboral de América Latina y el Caribe luego del coronavirus será lenta y se necesitará mucho tiempo para que los principales indicadores del mundo del trabajo regresen a los niveles previos a la crisis sanitaria y más tiempo aún para poder cumplir con las metas establecidas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Así lo aseguraron la CEPAL y la OIT en un nuevo informe conjunto, llamado “Coyuntura Laboral en América Latina y el Caribe. La dinámica laboral en una crisis de características inéditas: desafíos de política”.
El retorno al nivel de actividad económica prepandemia tomará varios años, lo que significará una lenta recuperación del empleo. De esta forma, si se mantuviera una tasa de crecimiento promedio del producto interno bruto (PIB) regional del 3,0 %, solo se alcanzaría en 2023 el nivel de PIB que existía en 2019. Sin embargo, con la tasa promedio mostrada en la última década (el 1,8 %), se alcanzaría recién en 2025 el nivel de PIB de 2019. Con la tasa promedio anotada durante el último sexenio (el 0,4 %), no se alcanzaría en la próxima década, indicó el estudio.
A la vez, Cepal y OIT analizaron que, entre las personas que se vieron fuertemente afectadas por la crisis sanitaria, se ubican las mujeres, la juventud y las personas inmigrantes.
En 2020, las economías y los mercados laborales de América Latina y el Caribe fueron golpeados por la pandemia de COVID-19 de una manera nunca antes vista, lo que se ha traducido en la mayor contracción de los últimos 100 años, con fuertes costos económicos, laborales, sociales y productivos, dice el documento.
Los grupos más afectados fueron aquellos que por el tipo de trabajo que desempeñan no pueden realizar teletrabajo. En este ámbito se encuentran las mujeres, que, además de sufrir caídas en el empleo, tuvieron que retirarse del mercado laboral para realizar tareas de cuidado y del hogar.
También se encuentran en ese grupo los trabajadores y las trabajadoras informales, afectados por la prohibición de circulación y la menor capacidad de los hogares de contratar trabajadores/as; los sectores relacionados con el comercio, la manufactura, la construcción y los servicios (turismo y entretenimiento); los y las trabajadoras jóvenes que recién se insertan al mercado laboral por la falta de generación de nuevos empleos; los y las trabajadoras de menor calificación en general en empleos más informales y de necesidad de proximidad física, y las mipymes, dice el informe.
“La crisis sanitaria en el empleo afectó sobre todo a los grupos vulnerables y profundizó la desigualdad en el mercado laboral. Las mujeres han sido más afectadas por la pérdida de empleo y la caída en la participación laboral. Una mirada estratégica debe vincular el desarrollo sostenible con la creación de empleo”, afirmaron Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la Cepal, y el director regional de la OIT para América Latina y el Caribe, Vinícius Pinheiro.
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Con respecto al empleo de los y las jóvenes durante la crisis de la COVID-19, la pandemia afectó fuertemente el empleo de jóvenes entre 15 y 24 años, con un impacto particular en quienes se incorporan al mercado laboral por primera vez. Según datos disponibles de cuatro países de la región, la caída en el empleo para las personas en este rango de edad fue de -7,8 % con respecto al segundo trimestre de 2019, mientras que para los y las mayores de 25 años fue de -7,3 %.
Asimismo, el aumento en la tasa de desocupación de jóvenes en el segundo trimestre de 2020 fue mayor que para las personas adultas (el 3,4 % contra el 1,8 %), a pesar de la mayor caída en la tasa de participación (-8,7 % versus -6,8 %). El efecto de la crisis es mayor entre las y los jóvenes debido a la menor disponibilidad de vacantes para los primeros empleos (menos incorporaciones) y la menor renovación de contratos temporales y de períodos de prueba (más desvinculaciones), indicaron Cepal y OIT. La menor probabilidad de conseguir empleo desalienta su búsqueda, lo que aumenta el número de jóvenes inactivos que no buscan un empleo ni tampoco estudian. “Estos largos períodos de inactividad dejan cicatrices en la trayectoria laboral: más informalidad y mayor exclusión en el mercado laboral a futuro”, advirtió el informe.
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Propuestas
Por todo esto, los organismos indicaron: “Se debe promover la inserción laboral de jóvenes combinando entrenamiento en aula con una etapa posterior de pasantía en empresas. Esto debe complementarse con subsidios monetarios para asegurar la asistencia y participación de los jóvenes, así como servicios de empleo para apoyar la reinserción laboral. Además, se requieren programas de formación profesional que faciliten la recalificación o reconversión laboral para los jóvenes que han perdido sus empleos y también se deben aprovechar las tecnologías digitales para potenciar la capacidad de aprendizaje y así cerrar brechas digitales entre ellos”.
Los organismos de las Naciones Unidas recalcaron que se requieren políticas macro activas junto a políticas sectoriales que promuevan el desarrollo sostenible con empleo. “Esto implica impulsar políticas ambientales que estimulen el empleo y el crecimiento, apoyadas por políticas fiscales activas que fomenten el empleo, con proyectos de inversión intensivos en trabajo y con enfoque de sostenibilidad ambiental, que tienen que ser complementadas con políticas industriales y tecnológicas para construir capacidades productivas nacionales, y aumentar la competitividad. También se requiere otorgar financiamiento y liquidez a micro, pequeñas y medianas empresas, con plazos más largos y costos más bajos”, sostuvieron desde Cepal y OIT. CEPAL – UDIVERSIDAD