Los Angeles Lakers sacó a relucir el poder totalmente dominante de sus dos grandes estrellas, Anthony Davis y LeBron James, y se quedó con facilidad con el primer partido de las Finales de la NBA ante Miami Heat por 116-98. La diferencia en el resultado había llegado a ser de 32 puntos durante el tercer cuarto, una que se ajustaba más a lo que se vio en cancha, y el Heat lo que hizo fue apenas taparla un poco en un partido que ya estaba definido.
El equipo dirigido por Frank Vogel había empezado descoordinado en defensa, con Dwight Howard, titular, sufriendo los embates del Heat en la pintura y Bam Adebayo y Jimmy Butler en ritmo.
Pero a partir del séptimo minuto del primer cuarto vimos otra cosa totalmente diferente. Davis empezó a actuar como pivote, LeBron llevó bien las riendas de su equipo y el resto de los Lakers desataron una catarata de triples (terminaron con 15 tiros de tres puntos anotados, récord en la historia de la franquicia en las Finales) y fueron un conjunto muy superior al de Erik Spoelstra, basando todo más que nada en el dominio físico.