Ha sido apagarse la luz y encenderse todos los transistores. Allá donde una ciudadana o un ciudadano podían conectar la radio del modo que fuera, se producía una imagen de otro tiempo: gente acercándose a escuchar lo que se contaba en las ondas.
La radio ha sonado en bares, en estaciones, en colegios y universidades, en talleres mecánicos y panaderías, en muchísimas casas y hasta en la calle. Como ocurría, por ejemplo en Madrid, en la calle Doctor Esquerdo, entre Pacífico y Alcalde Sáinz de Baranda, donde un grupo cada vez más numeroso se reunía en torno a la radio para escuchar Radio Nacional e ir conociendo todo lo que sucedía.
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Este lunes, la voz de Sandra Urdín, al frente de un informativo especial en la radio pública, ha sido el asidero para muchos en momentos de incertidumbre.
La imagen se repetía en otros lugares de la península. Se volvía a conectar con el mundo exterior gracias a la radio. El lunes del apagón ha sido una jornada de transistores, como lo fue la terrible mañana del 11-M, la tarde el 23-F o la reciente y angustiosa tarde noche de la dana.
Este lunes, como hizo aquel 29 de octubre, Paqui ha encendido en Alaquàs, en l’Horta Sud, en Valencia, el transistor a pilas que le acompaña desde hace media vida. Esta mujer de 83 años ha encontrado en la radio ese cordón umbilical con la realidad y confiesa que, dentro de la preocupación, la radio la ha reconfortado. En medio de la confusión y sola en su casa, Paqui ha escuchado, por ejemplo, que los hospitales han seguido funcionando gracias a los generadores de reserva y eso le ha producido un enorme consuelo. Es uno de los efectos beneficiosos de la información veraz, como dejó escrito Emilio Lledó: en situaciones de emergencia aflora el desconcierto. El filósofo recuerda que "el desconcierto no ayuda a pensar bien, cuando lo que más necesitamos es justo lo contrario: la razón contra el caos". Y esa razón, en forma de información, ha llegado en muchos casos a través de la radio.
De hecho, la televisión se ha convertido poco después del mediodía en una especie de radio con imagen fija. En el Canal 24 horas, el presentador Lluís Gilera hacía radio televisada, porque es el formato radio el que se impone en estos casos. Ir contando a quien ve o escucha toda la información de la que se va disponiendo, sin imágenes de apoyo, como les tocaba hacer a Jesús Álvarez o Eduardo Sancho, los pioneros de la primera televisión a finales de los años 50.
En ese momento inicial de caos en el que también RTVE ha sufrido el apagón, la única conexión posible era con la redacción, desde donde la periodista Esther Moreno ofrecía la primera información que se iba conociendo. Lo mismo han hecho en el plató de Mañaneros, en La 1, con esa sensación de no saber qué televisión estaría encendida al otro lado.
Un 30 de octubre de 1938, la emisión radial de La guerra de los mundos de Orson Welles causó terror entre la población demostrando el poder de los medios de comunicación para crear una realidad paralela y consolidando el poder de la radio.
Con el apagón, la radio ha demostrado que sigue siendo uno de los medios de información más buscados en momentos de crisis y que su efecto es opuesto al que provocó Orson Welles en su día: evitar realidades paralelas y mantener a las personas en contacto con la realidad del resto de personas.