En una encendida sesión de control en la Cámara de los Comunes, el primer ministro británico, Keir Starmer, reafirmó de manera categórica que la soberanía de las Islas Malvinas es incuestionable y personal para él. La declaración surgió como respuesta a las preocupaciones de los diputados conservadores sobre la reciente decisión del gobierno británico de ceder la soberanía de las Islas Chagos a Mauricio, lo que algunos interpretaron como un posible precedente para otros territorios en disputa, como Las Malvinas.
Starmer no dudó en vincular el tema a su propia historia familiar, mencionando que su tío participó en la Guerra de las Malvinas y estuvo a punto de perder la vida defendiendo las islas en 1982. “Las Islas son británicas y seguirán siendo británicas”, aseguró el líder laborista, subrayando la importancia histórica y emocional del conflicto para él y su familia. “Es algo personal”, concluyó con firmeza, desestimando cualquier paralelo con la situación en las Chagos.
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En contraste, desde Argentina, la canciller Diana Mondino interpretó la cesión de las Islas Chagos como un "paso en la dirección correcta" hacia la recuperación de la soberanía de las Islas Malvinas. En un mensaje a través de redes sociales el 3 de octubre, Mondino enfatizó que el reconocimiento de prácticas coloniales obsoletas en otros territorios es un antecedente favorable para el reclamo histórico de Argentina. "Las Malvinas fueron, son y serán siempre argentinas", afirmó.
Mondino también hizo referencia al acuerdo alcanzado con el Reino Unido en la Asamblea General de la ONU en septiembre pasado, en el que se discutieron cuestiones prácticas relacionadas con la conectividad y la conservación de pesquerías en las Malvinas. “No estamos discutiendo a quién pertenece qué. Estamos discutiendo cómo podemos trabajar juntos”, declaró la diplomática argentina, enfatizando la necesidad de cooperación en temas como la reanudación de vuelos entre San Pablo y las Malvinas, así como la continuación de proyectos humanitarios para identificar los cuerpos de soldados caídos en la guerra.
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Este acuerdo, sin embargo, ha generado críticas dentro del gobierno argentino. La vicepresidenta Victoria Villarruel expresó su desacuerdo, cuestionando los términos del avance en conectividad y pesca, en lo que considera un acercamiento que no responde a las expectativas de recuperación de soberanía.
Mientras ambos países buscan puntos de colaboración, las tensiones diplomáticas sobre la soberanía de las Malvinas permanecen, con el Reino Unido firmemente anclado en su postura de control, y Argentina manteniendo su reclamo histórico sobre el archipiélago.