Flor del Desierto tiene una misión clara: transformar lo cotidiano en algo inesperado. Este nuevo espacio gastronómico en Mendoza se centra en la creatividad y la innovación, ofreciendo una experiencia que trasciende el plato. Desde el diseño del espacio hasta el menú, Flor del Desierto relata una historia de transformación, supervivencia y redescubrimiento.
“Queremos que los comensales descubran lo más simple, como el desierto, un lugar lleno de posibilidades", explica Aris Pabón, chef colombiano al mando de esta aventura culinaria. Junto a un equipo diverso, que aporta miradas enriquecedoras, Flor del Desierto plasma esta filosofía en cada detalle.
Una carta que reinterpreta lo tradicional
La propuesta culinaria de Flor del Desierto es audaz y accesible. Inspirándose en los sabores e ingredientes tradicionales argentinos, los platos sorprenden al comensal sin desconectarlo de sus referencias originales.
Un ejemplo distintivo es su canelón relleno con esencia de empanada: una creación que combina técnicas modernas con un profundo respeto por los productos locales. “Trabajamos de la mano de productores argentinos, aplicando técnicas contemporáneas, pero siempre priorizando el respeto por el producto y el proceso creativo", destaca Pabón.
Un espacio pensado para una experiencia integral
El diseño del restaurante refleja esta visión interdisciplinaria. El diseño estuvo a cargo Matías Bismach (socio fundador), Marianella Tagliaferro y Carla Oller se unieron para crear un espacio relajado, contemporáneo y lleno de matices sorpresivos que complementan perfectamente la propuesta gastronómica.
“La carta, el ambiente y la música están concebidos para dialogar entre sí, generando una experiencia inmersiva y coherente,” explican los responsables del proyecto. Este enfoque integral es el resultado del trabajo de un equipo diverso, compuesto por talentos de distintas disciplinas y trayectorias que se fusionaron para crear una experiencia única.
Un restó para locales y turistas
Flor del Desierto busca atraer tanto a mendocinos como a turistas que visitan Mendoza.
Para los locales, el restaurante es una invitación a reconectar con sabores familiares desde una perspectiva fresca y creativa. Para los turistas, es una ventana hacia una Mendoza innovadora, moderna y con una identidad propia.
“El mensaje es claro: el desierto no es un límite, sino un punto de partida para crear algo nuevo y emocionante,” subraya el equipo.
Más que un restaurante, una experiencia inspiradora
En Flor del Desierto, la experiencia va mucho más allá del plato. La atención al detalle, la atmósfera relajada y el enfoque creativo buscan inspirar y deleitar a cada visitante.
“Queremos que nuestros comensales se sientan relajados y sorprendidos al mismo tiempo. Flor del Desierto es un espacio para celebrar la diversidad, el talento y las posibilidades infinitas de la gastronomía,” concluye Ema Facello, socio del proyecto.
Flor del Desierto ya está listo para recibir a quienes quieran descubrir una Mendoza diferente, donde lo conocido se transforma en una experiencia sorprendente e inolvidable.