A pocas horas de la posible liberación del cepo cambiario, el presidente Javier Milei y el ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, salieron a plantear que la medida no tendría impacto directo en la inflación. Lo hicieron a través de mensajes publicados en la red social X (ex Twitter), donde expusieron su visión sobre la relación entre el valor del dólar y el aumento de precios.
Milei compartió una reflexión titulada “Espejismo empírico”, en la que recurrió a una metáfora para explicar que los modelos que funcionan en un contexto no pueden aplicarse automáticamente en otro. En su ejemplo, un joven que acierta siempre en el billar podría parecer un experto físico, pero llevarlo a enseñar en el MIT por esa habilidad sería un error. Así, sugirió que su gobierno evita ese tipo de “errores conceptuales” al momento de analizar los vínculos entre dólar e inflación.
Federico Sturzenegger retomó la idea y brindó una explicación más directa: “Hace años los argentinos vieron que el dólar y los precios se movieron juntos. Pero eso no significa que uno cause al otro. Hay una tercera variable: la cantidad de dinero, que impulsa a ambos”, señaló.
El funcionario añadió que, en la nueva etapa económica que comenzaría este lunes, la emisión está controlada y el Estado mantiene un superávit fiscal, dos elementos que según él dan sustento a la estabilidad del sistema monetario. “En ese contexto afirmó se demostrará que las variaciones del dólar no generan subas generalizadas de precios si no hay un aumento en la base monetaria”.
Sturzenegger también reconoció que la desconfianza de la población es comprensible debido a años de políticas erráticas: “Obviamente los argentinos tienen motivos para dudar, desconfiar, no creer; los políticos los saquearon por décadas. Pero va a quedar más claro, como ocurrió hace 35 años en Nueva Zelandia, Chile o Israel. Llegamos tarde al club de la normalidad”.
Finalmente, subrayó que tanto Milei como el ministro de Economía, Luis Caputo, están sentando las bases para esa “normalidad” sin promesas vacías, “sólo haciendo lo que había que hacer”.
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