El momento "eterno" de Marcelo Gallardo como entrenador de River en sus ocho años y medio al frente del equipo fue, sin dudas, la obtención de la Copa Libertadores 2018 ante su clásico rival en aquella final épica en Madrid.
"No puedo más. No hay nada más que esto, no hay nada más", quedó como una de las frases históricas del "Muñeco" en el campo del estadio Santiago Bernabéu después del 3-1 a Boca, la mayor alegría deportiva de su vida.
Boca y River jugaron la primera final de aquella Copa en La Bombonera, el 11 de noviembre (el 10 no se pudo jugar por lluvias torrenciales), y empataron 2-2. Ramón Ábila abrió el marcador para los "Xeneizes" a los 34 minutos, aunque Lucas Pratto empató un minuto después para River. Darío Benedetto volvió a poner en ventaja a Boca, pero un gol en contra de Carlos Izquierdoz dejó las cosas 2-2.
Gallardo, que estaba suspendido por la Conmebol, no pudo asistir a La Bombonera y tampoco podía estar en el banco en la segunda final.
La revancha estaba programada para el 24 de noviembre en el Monumental, más de 60.000 hinchas habían llenado el estadio con toda la ilusión, pero incidentes con el micro que trasladaba a los jugadores de Boca -los simpatizantes Millonarios apedrearon el micro del plantel de Boca- determinó la suspensión.
Primero para las horas siguientes, luego para el día después y finalmente los dirigentes del ente que rige el fútbol sudamericano decidieron -en un hecho inédito- que el partido de vuelta de la final se jugara en España, el 9 de diciembre.
Toda esa previa y la desorganización de la Conmebol le terminó dando más épica al título.
También cómo se dio la definición. Boca volvió a ponerse en ventaja con el gol de "Pipa" Benedetto y fue nuevamente el "Oso" Pratto quien marcó el empate.
Igualaron en los 90 minutos y hubo suplementario. Ahí llegaron los goles de Juan Fernando Quintero y de Gonzalo Martínez. Gallardo no pudo ver ese tercer gol en vivo, ya que estaba bajando del palco para cuando finalizara el tiempo extra. Pero todo lo que pasó en el camino recorrido para llegar a esa conquista valió la pena.
River había quedado primero en su grupo en esa edición de la Copa, con victorias sobre Flamengo de Brasil, Independiente Santa Fe de Colombia y Emelec de Ecuador.
En las instancias de eliminación directa, el equipo de Gallardo le ganó a Racing (3-0 en el segundo partido tras igualar 0-0 la ida) en los octavos de final; a Independiente (3-1 en la vuelta luego de empate sin goles) en los cuartos de final y tuvo una semifinal sufrida contra Gremio de Brasil.
En la ida, en el Monumental, River perdió 1-0 y Gallardo tiró otra de las frases que quedaron guardadas en la mente del hincha: "Es una situación adversa, el desafío será mayor y tenemos una oportunidad. Así lo tomamos y nos enfocamos en eso, que la gente crea porque tiene con qué creer".
En la revancha, en Porto Alegre, Leo Gomes abrió el marcador a los 38' del primer tiempo y parecía el final para el "Millonario". Con la serie 0-2 y apenas 45 minutos por delante, Gallardo, quien estaba sancionado y se comunicada por handy con Matías Biscay, bajó al vestuario del Arena do Gremio a hablar con sus jugadores.
La fuerte sanción que le dieron después -y por la que no pudo dirigir en cancha a su equipo en los dos partidos de la final- finalmente no importó.
A los 37 minutos del segundo tiempo, tras un tiro libre de Gonzalo Martínez, el colombiano Rafael Borré metió un cabezazo desde el borde del área chica para poner el 1-1.
A pocos minutos del final, Ignacio Scocco remató, la pelota se desvió en Bressan y el árbitro uruguayo Cunha dio córner. La jugada fue tan rápida que no hubo reclamos, pero el VAR llamó al árbitro, que vio una mano del defensor de Gremio y cobró penal. "Pity" Martínez lo convirtió con categoría para el 2-1.
River, a la final que sería histórica.
"Imagínense el dolor que estaríamos sintiendo si eso no hubiese pasado. Ahora abran los ojos y vean que es una realidad que ganamos la final más hermosa del mundo. Y lo va a ser todos los 9 de diciembre para el resto de nuestras vidas", expresó Gallardo en un aniversario de la final "eterna".
Y sí, no hay nada más que eso.
Por Marina Butrón/Télam