La final de la Copa Argentina entre Central Córdoba y Vélez Sarsfield, disputada en Santa Fe, terminó en un escándalo que opacó el histórico triunfo del equipo santiagueño, campeón por primera vez en su historia tras imponerse 1-0. Los festejos quedaron relegados por los graves incidentes ocurridos en las tribunas y alrededores del estadio, que involucraron a jugadores, hinchas y familiares.
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Según testigos, todo comenzó cuando algunos simpatizantes de Vélez, enardecidos por la derrota, comenzaron a insultar a los familiares de los jugadores de su equipo, acusándolos de ser “pechos fríos” y responsables del mal desempeño. La tensión escaló cuando miembros del plantel, entre ellos Elías Gómez, Braian Romero y Agustín Bouzat, reaccionaron ante las agresiones verbales y decidieron saltar hacia la tribuna para enfrentarse con los hinchas. Esto desencadenó una violenta pelea en las gradas, donde se vivieron momentos de caos.
En medio de los disturbios, las parejas de Jalil Elías y Santiago Cáceres, así como el presidente de Vélez, Fabián Berlanga, fueron agredidos y terminaron en el suelo con heridas leves. La seguridad del estadio tardó en intervenir, lo que permitió que la situación se descontrolara aún más.
Este episodio marca un nuevo capítulo de violencia en el fútbol argentino, exponiendo nuevamente la falta de controles efectivos en eventos de esta magnitud. Además, genera preocupación de cara al próximo compromiso de Vélez, que recibirá a Huracán el domingo, en un clima que promete ser tenso tras la frustración de los hinchas por la derrota y los escándalos.
El lamentable desenlace ensombrece no solo la consagración de Central Córdoba, sino también la imagen del fútbol argentino, que sigue siendo escenario de episodios de violencia que parecen no tener fin.