Un trotamundos. Un buscavidas en todo sentido. De profesión Diseñador Gráfico, recibido en la prestigiosa Universidad de Chile y Reportero Gráfico titulado en los Estados Unidos. Sus pares lo catalogan como uno de los mejores del mundo. No se exagera a la hora de aggiornar con ese rótulo el alto grado de profesionalismo de nuestro entrevistado. Pero lo más importante en todo esto es su calidad de persona. De eso no existen dudas. Innegociable.
Vuelta a Colombia, Tour de San Luis, Vuelta a Chile, Vuelta a San Juan, Vuelta al Maule, Vuelta a Mendoza, Fórmula Uno Internacional, Eliminatorias Mundialistas, prensa de una leyenda viviente como lo es Mike Tyson, Copa Davis, Escritor y, además, hacedor de imagines deportivas espectaculares en todo el mundo, conforman el currículum de Guillermo Torres Avendaño, un chileno que ha recorrido el mundo en búsqueda de grandes instantáneas.“El año antepasado tuve la oportunidad de hacer el Gran Premio de Montreal en Canadá, donde ganó el alemán Sebastian Vettel (Ferrari) con un segundo de ventaja sobre el inglés Lewis Hamilton (Mercedes Benz)” cuenta luego de escuchar al conductor Daniel Yudica hablar sobre la actualidad de la Formulo Uno Internacional en el programa “Mendoza Deportiva” que se emite por Radio Jornada (91.9).
“Esto de ser una especie de trotamundos no fue accidental. Cuando estudié diseño gráfico en la Universidad de Chile, en Santiago, tenía materias optativas y dentro de ella estaba fotografía, por lo cual, cuando salí de la Universidad tuve cuatro semestres de fotografía y ahí surge el bichito. Me fui a los Estados Unidos a ver cómo funcionaban las agencias de publicidad en New York, y comencé a trabajar en una empresa que editaba películas, los antiguos VHS. Yo diseñaba las cajas de las películas y también de los CD, todo lo que va adentro. Un día faltaron unas fotos para unos CD y con mi cámara Nikon hice las fotos. Cuando llega mi jefe me dice” ¿y estas fotos de donde salieron? ¡Sí se supone que estos artistas no tenían foto! Le comenté que las había hecho yo y me mandaron a estudiar fotografía. Instalaron un estudio en la oficina y me dediqué a la fotografía. Paralelamente me fui a inscribir “freelance” para trabajar para una agencia mientras se podía, y se me abre la posibilidad de ir a un diario. Renuncié y me fui a New Jersey a trabajar en el año ’89” explica uno de los “casa instantáneas” más importante hoy por hoy de la República de Chile.
“El ojo hay que trabajarlo, es como todo en la vida, hay que potenciarlo, ser constante. Los institutos te dan las herramientas, pero el ojo hay que trabajarlo, adaptarlo a la escena. Cada deporte tiene una técnica diferente, no todos se pueden fotografiar de la misma manera, con los mismos equipos, ni con los mismos lentes” dice el querible Bill (así le conocen en todas partes).
Cuando le consultaron si en su extensa carrera ha editado libros fotográficos, el oriundo de Santiago de Chile manifestó que: “sí, hice un par de libros de autos Ferrari. Es un libro muy lindo y con muy pocas unidades, nunca estuvo a la venta, se mandaron un par de ediciones a la fábrica Ferrari, y otro libro en el que trabajé fue en el del museo de autos antiguos de Chile” confiesa en la señal del Grupo Jornada.
“Con Mendoza tengo una historia muy particular. Los mendocinos veranean en Viña Del Mar, yo veraneaba en Mendoza, tenía y conservo muchos amigos, la pasaba muy lindo” dice e inmediatamente abrocha a esta página sus días vinculados al ciclismo en la Tierra del Sol y del Buen Vino; “no prolongue mi carrera tanto porque la universidad me quito el tiempo. En esa época o estudiaba o corría, la universidad era muy rígida, cumplía horario, llegué a competidor, entrenaba con muchos amigos de Argentina, de hecho corrí en Mendoza y también en San Juan. Fueron varias veces en las categorías menores”.
“La pandemia me llevó a hacer un archivo de negativos. Llevo dos semanas eligiendo, creo que hay más de un millón de negativos, los guardo en cajas de plástico. Estoy tratando de escanearlos para llevarlas a formato digital. Tengo para bastante tiempo (ríe). Tengo mucho material de (Gabriela) Sabatini, del Chino (Marcelo) Ríos, un montón de tenistas” repasa y también hace mención a una anécdota aquí en Mendoza cuando los seleccionados de Argentina y Chile se vieron las caras de manera amistosa. “Esa es un anécdota increíble. Resulta que Chile jugaba con Argentina en Mendoza y mi jefe me dice “Guillermo van a ir tres fotógrafos a Argentina junto a dos periodistas. “ Le dije perfecto. Me mandaron al ataque de Argentina, me fui feliz al arco de Chile. De pronto hay un centro del Piojo (Claudio) López y aparece (Gabriel) Batistuta de cabeza y a cobrar, y sale Batistuta del arco con los brazos abiertos y le hice un barrido tremendo. En el primer tiempo Zamorano había errado un penal, mató como cuarenta palomas (vuelve a reír) y cuando llegamos a Chile, me dice el jefe, ¿cuál es el material?, hay puras jugadas no más ¿y el gol de Argentina? Le muestro el material y en ese tiempo se usaba una maquinita que transformaba el negativo en positivo, y el editor de la revista queda alucinando, y mi jefe me dice “si vos fueras argentino esta foto estaría en la portada del Gráfico” y lo más divertido de esto es que el “Gráfico” se vendía en Chile también y estaba la misma foto, son idénticas. La única diferencia es que Ramírez está mirando un poco más atrás que la que yo tenía y el arquero también, pero por centésimas de segundos. Era la misma foto de El Gráfico”.
Quiero que me cuentes una anécdota que tenes en un hotel con un entrenador de boxeo que te explicó los golpes que se aplican en el más viril de los deportes.
“Fue en San Antonio, Texas. Aquel día hubo cinco títulos del mundo en juego. El miércoles era la conferencia de prensa, el jueves el último entrenamiento de los boxeadores, el viernes el pesaje y el sábado la pelea. Entonces nosotros siempre llegamos con cuatro o cinco días de anticipación y curiosamente llego y estábamos en el mismo hotel que (Héctor Luis) Macho Camacho, un boxeador que fue campeón del mundo, peleó con todos los grandes boxeadores de las 147 libras y nunca lo pudieron noquear. Su récord es increíble. Rigy Matta, un mexicano, era el entrenador de Camacho. A él le conocía de verlo en los entrenamientos, no éramos amigos pero le conocía. Me encuentro con él en el loby del hotel y le digo “Ruby me gustaría mucho hablar contigo de boxeo”, y me dice “que te parece si nos juntamos a las nueve de la noche en el bar”. Nos juntamos, pedimos dos micheladas y me dice “mira te voy a hacer dos preguntas. Si tú me contestas esas dos preguntas hablamos toda la noche de boxeo, si no nos tomamos la cerveza y cada uno se va a dormir”, me dice “nómbrame los cinco golpes del boxeo”, le dije cuatro y me dice “¿y cuál es el quinto? y me acordé que había leído que hay un golpe que va al plexo, el famoso bola punch” cuenta entusiasmado.
“Me dice “perfecto, están los cinco golpes. Ahora va la segunda pregunta. ¿Quién inventó el bola punch?”. Lo invento Kid Gavilán, un boxeador cubano que era muy rápido de manos. En esa época los guantes eran negros y se los tenían que pintar de blanco para verle la velocidad de la mano. Él había sido cortador de caña de azúcar en Cuba, la cual se corta con un machete, de arriba a bajo, entonces ahí sacó el movimiento del voleo y que conectaba al plexo. Ese es el quinto golpe del boxeo” contó en la parte final de la entrevista.
Ese es Bill, un tipo sabio y querible que se desvive por su profesión y por el amor a su familia. Dos pasiones a las que le dedica lo mejor de sí cada día de su vida.