Por Martín Fernández / Fotos: Nicolás Ríos
Divididos demostró que sus ríos de cuerdas y percusiones siguen fluyendo con fuerza, aquí en medio del desierto cuyano. El power trío conformado por Ricardo Mollo, Diego Arnedo y Catriel Ciavarella se reinventa con muchísimo talento ante cualquier contexto y el paso de los años.
Anoche en un estadio Arena Maipú que pareció extraño para sus seguidores, por los estrictos protocolos sanitarios de la pandemia que nos toca vivir, la banda logró romper la lejanía y la frialdad que producen las vallas y los asientos con un show que mezcló emoción, reencuentro y altas pulsaciones en sus casi 30 canciones con popurrí íntimo incluido.
Pasadas las 21.30, el power trío sorpresivamente dejó sus clásicos de lado y salió al escenario con “Cabalgata deportiva”, una canción potente que fue parida en medio del encierro del 2020. Pareció una salida tibia pero inmediatamente el termómetro llegó a 40 con “Casi estatua”, “Tanto anteojo” de clínica de rock y “Elefantes en Europa”.
Luego Mollo saludó al público, brindó con una copa de vino y se mostró feliz de poder volver a una de sus plazas preferidas. No olvidemos que aquí, además de haber tocado con la banda en reiteradísimas oportunidades, hasta llegó a interpretar una hermosa versión del Himno Nacional con la Orquesta Filarmónica de Mendoza.
Pasaron más hits que dejaron al público muy arriba como “Nene de antes”, el tributo a Sandro “Tengo” y “Cuadros colgados” hasta completar con “Salgan al sol”.
Después los tres animalitos a bordo de esa infernal máquina de rock pusieron freno de mano, para bajarse y sentarse al costado de la ruta del escenario, más cerca de las 5 mil personas presentes. Allí desplegaron un set de canciones continuadas al mejor estilo zapada, como lo habían hecho para festejar sus 33 años vía streaming en un miniconcierto bautizado “Se me llenó de hojas el bulín”.
Fue un fogón en el que la voz de Mollo reversionó las melodías de los “Hombres huecos”, “Casitas inundadas” y hasta “Vida de Topos”, una insignia poguera. En el medio el cantante se refirió al agua de Mendoza y esta vez brindó por “más viñas y menos minería”, lo que despertó el aplauso fervoroso de todo el recinto.
Para volver a poner de pie a la gente y activar el mood “Aplanadora” mecharon “Spaghetti del rock” con el trak list funky que inició con “Salir a comprar” y terminó con “Salir a asustar”. Esta vez el agite se modificó por baile en la silla.
El concierto volvió a recobrar emotividad con “Amapola del 66” para luego desandar una seguidilla de rocanroles bien pesados que esperaba el público como “Sucio y desprolijo”, “Paisano de Hurlingam”, “Rasputin” y “Paraguay”.
El show se cerró con el pedido de los bises de Sumo y la banda respondió con “Crua chan” y “El ojo blindado”. Fue un recital distinto por el contexto, pero no menos especial. Los ríos de cuerdas llegaron a destino.