Durante 38 años, Jorge fue un habitante emblemático del Acuario Municipal de Mendoza. Tras su cierre, fue trasladado a Mar del Plata para iniciar un proceso de rehabilitación que culminó, hace casi un mes, con su esperada liberación. En una fecha tan simbólica como el Día del Animal, el tortugo más querido por los mendocinos cruzó finalmente a aguas brasileñas, un paso fundamental en su reinserción al océano.
En dialogo con Horacio Meilan en el programa Las Voces de Jornada de Radio Jornada 91.9, la doctora en Ciencias Biológicas Mariela Dassis, una de las científicas involucradas en el monitoreo de Jorge, relató en detalle el trabajo de seguimiento satelital que permite conocer día a día su recorrido.
“Yo fui quien le colocó el telémetro, ese transmisor que va adherido a su caparazón y que emite señales satelitales. Lo hice casi por accidente, porque yo trabajaba en telemetría con mamíferos marinos y justo coincidió que estaba haciendo tareas en el acuario cuando conocí a Jorge. Me involucré de inmediato”, compartió Dassis.
El dispositivo fue instalado el 10 de abril, apenas un día antes de la liberación. La tarea fue posible gracias a un trabajo conjunto entre el laboratorio de Dassis y la Municipalidad de Mendoza, que se hizo cargo del servicio satelital. “Le pedí permiso a Jorge y apenas movió un poco el lomo. Al rato ya nadaba como si nada”, recordó entre risas.
Este tipo de monitoreo permite conocer su posición geográfica en tiempo real. Si Jorge se encuentra en superficie, el sensor de conductividad del telémetro se activa y envía información. La científica recibe las coordenadas en su celular o computadora, lo que le permite rastrear su ruta, analizar su comportamiento y proyectar el recorrido según la batimetría y otros datos oceánicos como corrientes o temperatura del agua.
En la jornada del 29 de abril, el tortugo brindó una alegría adicional. “Hoy, justo en el Día del Animal, Jorge cruzó el límite y entró a aguas brasileñas. Ya es ‘Jorginho’”, dijo emocionada Dassis. La última señal previa lo ubicaba a unos 20 km del límite, luego de una extensa jornada de desplazamiento. Ahora, tras ingresar a Brasil, comienza un nuevo capítulo en su travesía.
Desde el municipio celebraron la noticia. “Estoy en contacto constante con el equipo de la Municipalidad. Hay un grupo de monitoreo que sigue de cerca los movimientos de Jorge y nos vamos informando todos los días”, detalló la especialista.
Su destino final está aún en curso. “Jorge fue capturado originalmente en Bahía Blanca, durante su migración hacia el sur. Ahora está haciendo el trayecto inverso, buscando aguas más cálidas en el norte, como corresponde a esta época del año. Le restan unos 2.000 km hasta llegar a su probable zona reproductiva al norte de Brasil”, explicó Dassis. Aunque se trata de un macho adulto, lo que es poco común en estudios satelitales por lo general se monitorean hembras, su seguimiento aportará valiosa información para la conservación de la especie.
Si bien no es especialista en tortugas marinas, Dassis colabora con profesionales del área y ha estado estrechamente involucrada. “Vi de cerca todo el proceso. Veterinarios, biólogos y especialistas trabajaron con una seriedad enorme. Incluso se hicieron consultas con expertos del exterior. Lo que se hizo con Jorge durante los últimos dos años y medio fue de altísima calidad científica y con foco absoluto en su salud, por eso ahora nos devuelve señales tan positivas”.
Además de aportar datos inéditos sobre los machos de esta especie, el trabajo de telemetría tiene aplicaciones directas en el campo de la conservación. “En otros proyectos con lobos marinos, por ejemplo, pudimos determinar que una hembra preñada con cría en tierra necesitaba nadar hasta 200 km y bucear 100 metros para conseguir alimento. Ese tipo de datos nos permiten evaluar el impacto de la presión pesquera o la disponibilidad de recursos”, explicó.
Sobre la duración del monitoreo, aclaró que depende enteramente del funcionamiento del dispositivo. “Puede dejar de transmitir mañana mismo o durar un año o más. El promedio en tortugas es de seis meses, pero hay registros de hasta tres años. Todo depende del uso de batería, el modo en que lo configuramos y los riesgos que enfrente en el mar, como una colisión con desechos flotantes”.
Mientras tanto, la conexión entre Dassis y Jorge sigue intacta. “Todos los días busco su ubicación, es parte de mi rutina. Cuando deje de emitir, va a ser un momento triste”, confesó. Como una madrina científica, lo acompaña de lejos, con la certeza de que su libertad es el mejor destino posible.
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