Estados Unidos jugó en siete Mundiales consecutivos (desde 1990 hasta 2014) e incluso llegó a cuartos de final en Corea-Japón 2002, pero víctima de un demorado recambio, su declinación se hizo notoria y quedó afuera de Rusia 2018.
Sin embargo, más temprano que tarde retomó una senda virtuosa en la que el exponencial crecimiento de la Major League Soccer (MLS) tuvo mucho que ver y la sabia mano del entrenador Gregg Belharter fue relevante en tanto seleccionador, líder y estratega.
En ese entorno se consolidaron el arquero Matt Turner (Arsenal); los defensores Sergiño Dest (Milan), Sam Vines (Amberes), Joe Scally (Borussia Möenchengladbach); los mediocampistas Weston McKennie (Juventus) Tyler Adams (Leeds United) y los delanteros Brenden Aaronson también en (Leeds United) y Giovanni Reyna (Borussia Dortmund), entre otros.
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En buen romance, hoy a nadie sorprende que haya un futbolista estadounidense en un club de las grandes ligas europeas, así como tampoco que uno de ellos, como es el caso de Pulisic, goce rango de sobresaliente.
De ascendencia croata, el muchacho apodado "Capitán América" nació en Hershey, Pensilvania, el 18 de septiembre de 1998, donde hizo sus primeros goles en equipos barriales de Hershey (PA Classics y Harrisburg City Islanders), hasta que con edad de 16 años fue reclutado por Borussia Dortmund.
Sus condiciones atléticas (velocidad, pique corto, vigor físico) y estrictamente futbolísticas (gambeta corta, descargas medidas, toques certeros, ubicuidad en el área, remate y gol) lo han convertido en pieza clave en el elenco estable de la Selección de Estados Unidos.
A decir de su ex director técnico en Chelsea, Frank Lampard, Pulisic es "un jugador moderno". ¿Por qué? Porque dispone de "un instinto de ataque directo, talento para llegar al área pasando entre varios defensores y el convencimiento de que puede cambiar el destino de un partido".
El entrenador a cargo de la Selección de Estados Unidos, Míster Belharter, que mientras analiza a los rivales del Grupo B que lo integra: Gales, Inglaterra e Irán, pulsa en él la certeza de que avanzar en el Mundial dependerá en grado sumo de la inspiración del número 10 de sangre balcánica.
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(Télam)