Aunque con el paso del tiempo aquel apelativo de dos sílabas fue su mayor bandera, la realidad es que 'Pelé' no es el nombre del mayor símbolo de la historia del fútbol brasileño.
Sin embargo, el nacimiento del apelativo del tricampeón del mundo sí coincidió con el momento en el que se forjó su pasión por el fútbol. De ahí que lo más justo para su naturaleza fuera que su leyenda estuviera contenida en él.
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En los años cincuenta, tras el inconcebible Maracanazo y el suicidio del populista Getúlio Vargas, en Brasil reinó el complejo del vira-latas (el complejo del perro callejero), como lo acuñó el periodista y escritor Nelson Rodrigues.
En medio de la tensión por la disputa ideológica que se postraba sobre el mundo- y Brasil no era la excepción-, Juscelino Kubitschek fue el encargado de impulsar, desde la Presidencia, el renacimiento de Brasil con su plan de "50 años em 5". En el fútbol, el llamado a revivir la esperanza fue Edson Arantes do Nascimento, el popular Pelé.
Edson, que se llamó así en honor a Thomas Edison, el inventor del bombillo, nació el mismo año en el que una lesión de rodilla mermó la esperanza profesional del delantero 'Dondinho', su padre, quien, a la par del trabajo formal, jugaba en un equipo menor.
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Luego, con brillo propio, Edson se ganó su apodo inmortal entre pelotazos.
Acostumbrado a seguir al club aficionado en el que papá tenía actividad, el 'menino' celebraba cada atajada del portero amigo coreando su nombre: “¡Bilé!, ¡Bilé!”. Después, cuando era el turno para ponerse en el arco, volvía a gritar con emoción: “¡Bilé!, ¡Bilé!”.
La historia recuerda que su genuina exaltación pasó por alto la mala pronunciación. Esa que llevó a que compañeros y familiares lo apodaran por aquello que entendían: Pelé.