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Paul McCartney: cumple 80 años: La historia del músico más influyente de los últimos 60 años.

Sus inicios en la música. El primer encuentro con John Lennon. La explosión con los Beatles y la canción Yesterday, la mas escuchada de la historia

Redacción
17/06/2022 14:33
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Paul cumple 80. Y todos un poco estamos de festejo. Él compuso y cantó muchas de las canciones que integran la banda de sonido de la vida de varias generaciones. Porque a nadie le puede caber dudas que lo suyo no sólo fueron tontas canciones de amor.

Su padre era músico de jazz y su madre partera. Él, desde chico, se sintió atraído por la música. Tocaba el piano. El padre le propuso tomar clases formales pero Paul prefería tocar de oído.

 El coro de la Catedral de Liverpool lo rechazó, alguien creyó que no cantaba lo suficientemente bien para estar con ellos. Su madre murió cuando él tenía 14 años. El padre le regaló una trompeta pero el chico la cambió por una guitarra acústica. No lograba dominarla con la mano derecha.

Se convenció de que iba a ser imposible para él tocar hasta que un día, una foto de Slim Whitman, un músico norteamericano de country, le llamó la atención: tocaba como zurdo. En ese momento invirtió las cuerdas y comenzó a dominar el instrumento. Tocba en su cuarto canciones de Chuck Berry.

 los 15 fue a ver a los Quarrymen, un grupo que tocaba rock y skiffle. Allí conoció a John Lennon. Al poco tiempo lo invitaron a sumarse, sería la guitarra rítmica. Con John se hicieron muy amigos. Al poco tiempo, Paul sumó a la banda a un guitarrista más joven que él al que había conocido en el colectivo que los llevaba al colegio.

 Se llamaba George Harrison. La banda se completó con Stu Sutcliffe al bajo, otro estudiante de arte. Empezaron a tocar en algunos lugares de su ciudad hasta que consiguieron un contrato para presentarse en Hamburgo. Ya eran cinco porque incorporaron a Pete Best como baterista. La residencia en Hamburgo les dio un entrenamiento diario fenomenal. Tocaban cada noche durante horas. Aprovecharon esas horas de vuelo para conocerse, para desarrollar complicidades. Después de haber sido Johnny and the Moondogs, Beatals y The Silver Beetles ya habían adoptado, para ese momento, su nombre definitivo: The Beatles.

El resto es historia. Stu abandona la banda (y después muere) y Paul toma el bajo. Tony Sheridan, Decca, The Cavern, las primeras grabaciones, Brian Epstein, George Martin, el cambio de Ringo por Pete Best y la explosión inglesa de Love Me Do en octubre de 1963.

Unos meses después la Beatlemanía, un fenómeno nunca visto. Muchos apostaron a que luego del furor, de las giras repletas de alaridos, de las corridas por las calles, de la histeria de las fans, de las películas y de los millones de copias vendidos, el furor pasaría. Que el grupo perdería su influencia, su predominancia. Debió tratarse de una de las profecías más erradas de la historia.

Paul y George tocando en Inglaterra con sus típicos trajes y sus moptops. Finalizaba 1963: los Beatles estaban por maravillar al mundo Photo by Edward Wing/Daily Express/Hulton Archive/Getty Images)

Junto a Lennon se convirtieron en el dúo de compositores más reconocido y exitoso de la era moderna. Lograron meter sus creaciones en los cancioneros universales. Componían temas actuales pero que al mismo tiempo, casi de inmediato, se convertían en standards. En 1965 él sólo, sin los otros tres, y una orquesta de cuerdas grabó Yesterday, un clásico instantáneo que compuso durante un sueño.

Los Beatles de la mano de John y de Paul se sumergieron en la experimentación. Paul, influido por Stockhausen fue el que inició el movimiento hacia otro lado. Ya nada sería lo mismo. Revolver y Rubber Soul ya lo habían demostrado. Aunque fue Sgt Pepper el álbum que provocó el quiebre definitivo. 

La idea surgió de Paul, en busca de salir de esa olla presión en que se había convertido la fama extrema. Trajes de colores, bigotes tupidos y algo estrafalarios y alter egos para los cuatro, para esconderse detrás de ellos y liberarse. Después vendrían el Álbum Blanco, las sesiones de Let it Be y el gran final con Abbey Road y ese lado B de temas encadenados.

Las presiones, las drogas, el hastío, los nuevos amores, la desidia de John y los negocios (fallidos) de Apple estaban dinamitando el grupo. Hasta esos años la conducción artística estaba a cargo de Lennon y McCartney y la dinámica grupal era liderada por John y su determinación. Cuando Paul vio que los Beatles se desmoronaban tomó las riendas. 

Empujaba al resto, traía nuevas ideas, pensaba proyectos, los metía en el estudio. El estilo de conducción se fue tornando despótico. Primero fue Ringo, después George, por último John. Las renuncias llegaban de a una, aunque luego se arrepintieran. Pero el final era inminente.

El empujón final lo dio el villano perfecto: Allen Klein, el manager que reemplazó a Brian Epstein. Lo acercó John. Firmaron todos con él menos Paul. Hubo tironeos. McCartney sentó en la mesa a su suegro y a su cuñado, abogados de celebridades. Hubo acusaciones y presentaciones judiciales cruzadas. La historia culpó a Yoko de la separación del grupo pero Klein fue el que más hizo por la causa.

Con el final de los Beatles ya decidido, Paul se apresuró a anunciarlo aun contraviniendo lo que los cuatro habían acordado. Estaba lanzando McCartney, su primer disco.

Fue una buena promoción. Pero hirió de muerte su relación con el resto. George le reprochaba el desdén con el que había sido tratado y se vengaba llevando su disco triple a la cima: el primer Beatle en triunfar como solista. Ringo era más amigo de los otros dos aunque nunca perdió contacto con él. John lo peleó a través de cada entrevista y aparición pública posible. Hasta compuso un tema para denostarlo sin disimulo alguno: “How Do You Sleep?” (”¿Cómo podés dormir?”)

John Lennon y Paul McCartney formaron la más extarodinaria dupla compositiva del último medio siglo. Sus canciones se convirtieron en clásicos instantáneos. Las relaciones entre ellos fueron convulsionadas y pasaron por diferentes estadios en especial durante los setenta. (Photo by Michael Webb/Keystone/Getty Images)

Con el correr del tiempo, del cambio de humor de época y de la interpretación de situaciones coyunturales, y según las distintas personas, Paul pudo ser el Beatle que escribió grandes canciones de amor, el organizador, el déspota, el Beatle ñoño, el que traicionó al resto anunciando la separación para promocionar su disco solista. A él no le importó demasiado. O sí.

En realidad le importó la manera en que era mirado y muchas veces menospreciado. Le dolían los embates públicos de John, las comparaciones con Lennon, el enojo retrospectivo transformado en prudente distancia de George, la obligación de estar a la altura de su obra anterior, los cuestionamientos por tocar con su esposa. Pero nada lo detuvo.

No se conformó con haber llegado a un lugar al que nunca nadie había accedido: era cierto eso que decía John de que los Beatles eran más famosos que Jesús y también era cierto lo que Ringo afirmó sobre que sólo ellos y los astronautas que habían alunizado sabían qué sentía al haber arribado a lugares a los que los demás nunca alcanzarían.

Siguió trabajando, componiendo, grabando y presentándose en público. No vivió de recuerdos. Siempre puso la corona en juego. Sus recitales son deslumbrantes. Un octogenario imantando a una multitud durante tres horas con un repertorio invencible.

Paul fue durante décadas el único Beatle que pudo ser odiado. Ringo y su simpatía lo impedían. Con George maravillaba cómo había superado el ninguneo de la dupla principal y con perfil bajo había logrado crear varias obras maestras. John era el desparpajo, el gesto estentóreo, la furia y también los grandes himnos; luego su muerte prematura lo cristalizó y lo convirtió en inexpugnable. Con Paul era distinto. Estaba ahí, presente, moviéndose, dando la cara, probando cosas, mirando hacia adelante sin renegar de su pasado glorioso.

El periodista norteamericano Rob Sheffield sostiene que Paul es el más Beatle de los Beatles, el que los representa mejor. Si te gusta Paul, te gustan los Beatles.

Paul McCartney con The Beatles tocan la Toma 2 de Get Back en la terraza de Apple Records. La última vez que en vivo los cuatro juntos

En 1969 se casó con Linda Eastman después de haber roto su compromiso con Jane Asher, una actriz británica y novia suya durante toda la primera etapa Beatle. Paul parecía tener todo. Juventud, fama, prestigio, dinero, una hermosa familia, una actividad que lo gratificaba y lo realizaba. Sin embargo, luego de la separación de los Beatles entró un profundo estado depresivo. Linda, con dos hijas (ya había nacido Mary), a menos de un año de haberse casado, lo sostuvo y le dio el impulso para salir adelante.

Le mostró que había vida más allá de los Beatles. En esos doce meses pasó de casarse con un joven en la cima del mundo a convivir con un hombre emocionalmente roto y perdido. Ella pudo lidiar con la situación. Paul se lo reconoció públicamente: “Linda me rescató y me salvó”.

La primera medida que tomaron para alejarse de los ecos de las ondas expansivas de ser un Beatle (ninguno de los cuatro dejará de serlo nunca: esa condición, una condición excepcional, los acompañará eternamente) fue irse a vivir lejos de la ciudad, lejos de las groupies, los pedidos de autógrafos, la histeria.

Paul y Linda Eastman se casaron en 1969. Estuvieron juntos 29 años hasta la muerte de ella en 1998 a causa de un cáncer.

En cierto modo, Paul eligió para su música el mismo camino. Eliminar la sofisticación, volver a las fuentes, evitar la grandilocuencia. Ese movimiento no fue bien recibido ni por la crítica ni por el público. Acaso el éxito temprano de George Harrison tras la separación del grupo se deba (más allá de sus grandes canciones) a la misma lógica.

Los Beatles habían acostumbrado a su público -habían conseguido la hazaña que “su público” fuera casi tan extenso como todo el mundo- a grandes obras. Innovación permanente, orquestaciones trabajadas, nuevos sonidos, grandilocuencia y revolución. El disco triple de Harrison con el Wall of Sound de Phil Spector iba en ese sentido. Lo mismo que los himnos políticos y aspiracionales de LennonNadie esperaba algo en tono bajo, artesanal, casi sin ambición como el primer trabajo solista de Paul. Él tocaba todos los instrumentos. La única canción con producción fue, nada menos, que Maybe I´m Amazed.

Esos primeros años post Beatles fueron, al mismo tiempo, de búsqueda y de fuga para McCartney. Una búsqueda que se transformó en música menos convencional de lo que el público cree recordar y un escape vitalicio de la gigantesca sombra de su ex grupo.

Enseguida Paul quiso formar otro grupo. Los Beatles eran pasado. Estaban, además, en medio de una lucha jurídica encarnizada. El instinto lo llevó de inmediato a considerar otro súper grupo: Eric Clapton, Billy Preston y John Boham.

Recibió reconocimientos y homenajes. Grabó con Michael Jackson, Stevie Wonder y Elvis Costello entre otros. Sus discos salieron con persistencia. Su nivel y éxito comercial fue dispar pero eso nunca lo desalentó.

Superó la muerte de Linda en 1998 después de tres años de enfermedad. Se volvió a casar con Heather Mills y padeció un divorcio escandaloso y millonario. Hace una década su tercer matrimonio, con Nancy Shevell con quien permanece hasta la actualidad. Es un fuerte impulsor del veganismo y de varias causas humanitarias. Se calcula que su fortuna se acerca a los 1.000 millones de dólares.

Lo dicho: Paul McCartney cumple 80. Ya pasaron las tormentas, las polémicas, las comparaciones. Queda la obra, las alegrías que nos deparó y nos depara. El día de su cumpleaños debiera decretarse un feriado mundial. No es tan usual ser contemporáneos de un genio. Disfrutémoslo.

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