Fernando Signorini nació hace 70 años en la ciudad de Lincoln y en la actualidad trabaja como preparador físico de las Chivas de México y desde tierras Aztecas contó sensaciones sobre la parte humana del desaparecido astro del fútbol mundial.
“Entrenar a Maradona fue sumamente sencillo. Era como preparar un gato para que case ratones. Primero fue el conocerlo y luego fue el quererlo. Entiendo que hay fuerzas que son fundamentales en el ser humano que no tienen nada que ver con el musculo, que es el conocimiento por un lado y el afecto por el otro y cuando se logra poder estar a alguien así que siempre estaba en medio de ese enjambre que eran los medios y tan expuesto a cada cosa que hacía que había que poner la pelota contra el piso, como en el fútbol, dejar que la marea pase y luego tan sólo entrenar a Diego” recuerda el destacado Preparador Físico en la plática que mantuvo con el periodista Jorge Eduardo Barbieri.
“Sería demasiado vanidoso de mi parte pensar que yo tuve mucho que ver en parte de su historia. Cualquiera en mi lugar hubiese hecho exactamente lo mismo” acota con mucha humildad quien también fuera integrante del seleccionado nacional que comandaba Maradona en el Mundial de Sudáfrica.
“Con Diego tuve una relación de mucha empatía, de mucho respeto y la verdad que es muy doloroso hablar que ya no está más entre nosotros. Diego no se merecía morir así. Merecía una muerte gloriosa” dijo en la señal del Grupo Jornada.
Signorini conoció a Diego en Barcelona en 1983 a través de César Luis Menotti. Poco después de su llegada, el jugador vasco Andoni Goikoetxea le fracturó un tobillo a Maradona en una recordada final de Copa del rey entre Barcelona y Athletic de Bilbao.
El “Ciego”, como lo apodó Diego por sus múltiples problemas en la vista, empezó a trabajar con él en su recuperación. Y así se transformó en su profe personal. Después lo preparó para 3 mundiales (1986, 1990, 1994), lo acompañó en su aventura en Napoli y fue miembro del cuerpo técnico en Sudáfrica 2010. Juntos construyeron una relación de respeto y admiración mutua. Diego veía en Signorini a un profesional intachable.