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Extremistas: seguidores de Milei usan símbolos mundialmente condenados

Varios fanáticos muestran serpientes enroscadas y banderas confederas, además en redes tienen comentarios antisemitas

Redacción
15/11/2021 14:57
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 La serpiente cascabel enroscada y lista para atacar sobre un fondo amarillo. “Don’t tread on me”, decía, “no me pises”. El símbolo es viejo, corresponde al período de la Revolución Americana, casi tan viejo como la democracia más vieja del mundo.

Cobró muchos significados a lo largo de su historia. Fue empleada como una marca de individualismo, un llamado al gobierno limitado, a la defensa de libertades personales. Después se puso peor: la enarbolaron las milicias de ultraderecha que proliferaron en el Sur americano en los últimos 50 años junto a las banderas confederadas, un símbolo de racismo y superioridad racial. Fue usada en los últimos años por esas mismas milicias que exhibían sus armas para chocar con el Estado en el fin de la era Trump y fue una de las banderas más prominentes del movimiento Tea Party. Su hora de brillo contemporánea, sin embargo, fue el intento de toma del Capitolio de este año.


En los actos de Milei se encuentra siempre presente la bandera con la serpiente enroscada y algunos militantes gritaban "basta de negros".

UNo de sus seguidores tildaba a Mabri de "tibio" y reivindicaba a "Trump y Bolsonaro".

 

 

Otros seguidores de Milei refugiados en cuentas troll de Twitter van un poco más allá. Acuñaron un neologismo, “jword”, “palabra J” en inglés, usado por fans de Taylor Swift para hablar de un ex novio de la cantante pero usado también por libertarios criptofascistas para denostar a judíos. 

En paralelo, hay un mundo más peligroso. En los últimos meses, los arrestos de la Policía Federal por amenazas de violencia antisemita que incluían promesas de atentados armados se repitieron en puntos como San Miguel de Tucumán y Grand Bourg en el Conurbano bonaerense. Los sospechosos detenidos no son terroristas islamistas, o siquiera los nazis argentinos de siempre. Son chicos de 25 años máximo, con acceso a Internet.

B.J, uno de ellos, tenía una forma inequívoca de presentarse en Instagram. “Por la esvástica, por la civilización”, escribía en sus redes, mientras reivindicaba a Hitler y a las quemas nazi de libros, mensajes que leían unos pocos seguidores. Lo hacía, literalmente, con su nombre y apellido

 

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