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El cruce de los Andes: una hazaña militar sin precedentes

En el 208° aniversario de la partida del Ejército Libertador desde Mendoza, el profesor Luis Elías pone de relieve la capacidad del General San Martín como conductor del Cruce de los Andes.

Redacción
12/01/2025 12:24
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Los líderes no se improvisan

El líder debe conocer sus propias debilidades, fortalezas, valores y cosmovisión; debe adaptarse a un mundo cambiante y a las circunstancias que le tocan vivir, debe tener un sentido heroico de la vida, estar motivado, ser apasionado y sobresaliente y trascender de sí para actuar por amor.

Chris Lowney

El liderazgo al estilo de los jesuitas

 

 

 

En setiembre de 1814 llega a Mendoza el General José de San Martín con el cargo de Gobernador Intendente de Cuyo. Su formación, experiencia y capacidad de liderazgo lo prepararon para organizar allí una de las más grandes proezas de la Historia Militar Universal.

Más allá de su extensa y sobresaliente foja de servicios en los ejércitos españoles, los últimos seis años de su vida habían sido particularmente intensos, con una activa participación en hechos trascendentes de nuestra historia.

En 1808, siendo un joven oficial de 30 años de edad - con casi 20  experiencia militar - será testigo de la invasión de los ejércitos napoleónicos a España y de la prisión del rey  Fernando VII. San Martín tendrá una activa participación en el ejército que se reorganiza para resistir la invasión.

Luego de tres años de destacada actuación contra los franceses – batallas de Arjonilla, Bailén y Albuera –  solicita y obtiene el retiro del ejército realista.

En marzo de 1812 llega a Buenos Aires junto a otros 17 militares americanos. Venían a colaborar con los gobiernos autonómicos constituidos en América y a luchar por su independencia.

Pocos días después de su llegada al Plata, el Triunvirato le reconoce el grado de Teniente Coronel de Caballería y crea el Regimiento de Granaderos a Caballo; funda la logia Lautaro, organización secreta – no masónica - que se propone luchar por la libertad de América; contrae matrimonio con Remedios de Escalada y participa en el derrocamiento del Primer Triunvirato por considerarlo centralista y poco afecto a promover la independencia americana.

El 3 de febrero de 1813 los Granaderos tendrán su bautismo de fuego y triunfan en San Lorenzo ante una avanzada realista. En los meses siguientes continuará con la incorporación de efectivos y la exigente formación y entrenamiento del regimiento a su cargo.

En diciembre es nombrado Jefe del Ejército del Norte en reemplazo del General Belgrano. En pocos meses reorganiza, entrena y disciplina  las tropas en Tucumán y encarga la defensa de la frontera con el Alto Perú a Martín Miguel de Güemes. En mayo su deteriorada salud le obliga a retirarse a Córdoba en compañía de su amigo Tomás Guido.

Mientras tanto, la derrota de Napoleón ha permitido el regreso al trono de Fernando VII, quien se propone recuperar las colonias americanas.

SU LLEGADA A MENDOZA

Las crónicas afecciones físicas que padecía (heridas, úlcera, gastritis, reumatismo, asma) le obligan a pedir al Director Supremo Posadas el traslado a Mendoza con el cargo Gobernador Intendente de Cuyo, quien accede a su pedido “con el doble objeto de continuar los distinguidos servicios que tiene hechos a la patria y el lograr la reparación de su quebrantada salud”.

Como Gobernador Intendente desplegó una incansable labor y mostró su capacidad de estadista. Entre otras obras, mejoró el sistema de riego, fomentó la agricultura, impulsó el comercio, organizó y reglamentó el servicio de correos y de policía, promovió la educación fundando escuelas y bibliotecas, mejoró la atención sanitaria y el sistema carcelario.

LAS CAUSAS DE LA CAMPAÑA LIBERTADORA

Al mes siguiente de arribar San Martín a Mendoza, y mientras iniciaba su acción de gobierno, llegan noticias desde Chile: las tropas patriotas al mando de O’Higgins han sido derrotadas por los realistas en Rancagua. Alrededor de 900 hombres emprendieron el exilio hacia Cuyo. San Martín envió más de 1000 cargas de víveres y mulas y el 12 de octubre partió a Uspallata para recibirlos. Muchos de ellos, oficiales y soldados, formarán parte de las milicias con asiento en Mendoza. Posteriormente se incorporarán al Ejército Libertador y algunos colaborarán en la llamada “guerra de zapa”, llevando noticias falsas, obteniendo información del enemigo e insurreccionando al pueblo chileno.

En noviembre de 1815 llegan noticias de una nueva derrota, esta vez del Ejército del Norte en Sipe Sipe. El general Rondeau sufrió más de 1000 bajas y la pérdida de toda su artillería. Con esta derrota las provincias del Alto Perú se perdieron definitivamente para las Provincias Unidas del Río de la Plata.

LA FORMACIÓN DEL EJÉRCITO LIBERTADOR

Lo que en 1815 comenzó siendo un plan defensivo ante un posible ataque realista, en mayo de 1816 se había convertido en la organización de un ejército cuyo objetivo será cruzar los Andes y enfrentar a los ejércitos realistas en Chile para luego entrar en el Perú.

San Martín inició los trabajos para organizar el ejército con que habría de llevar a cabo la empresa, sobre la base de los dos únicos núcleos de tropas que existían en Mendoza: el batallón de Infantería N° 11 al mando de Las Heras y las milicias provinciales. A ellos se sumaron tropas y armamento llegados desde Buenos Aires, San Juan, San Luis y La Rioja más los emigrados de Chile. En Mendoza se reclutaron soldados voluntarios y se efectuaron levas forzosas. Cuyo y Buenos Aires proveían mulas y caballos, cañones, obuses, fusiles, municiones, pólvora, mantas y correajes.

Los primeros días de enero de 1817 el Ejército de los Andes estaba listo para iniciar la marcha. El día 5, en un acto solemne ante la presencia de las tropas y el pueblo cuyano, el General San Martín nombró a la Virgen del Carmen de Cuyo como Patrona y Generala del Ejército de los Andes y le entregó el bastón de mando. Al día siguiente comienzan a desplazarse desde El Plumerillo los primeros hombres, animales y cargas.

 

La tarea ha sido titánica. Sólo un conductor con el temple del General San Martín pudo reunir lo necesario para tamaña empresa en tan poco tiempo:

4200 soldados con sus uniformes, armamentos y pertrechos, 1200 auxiliares (milicianos, arrieros, baquianos, zapeadores, personal de sanidad, capellanes) 10.000 mulas de silla y carga, 1600 caballos de pelea, 600 reses en pie para ser faenadas en el camino, 900 tiros de fusil y carabina, 2000 de cañón a bala, 2000 de metralla y 600 granadas, 3500 arrobas de charqui, galleta, harina de maíz, queso y hasta vino; aguardiente para combatir el frío y ajo y cebolla para el apunamiento.

A mediados de enero el grueso del Ejército cruzó por los pasos de Uspallata en Mendoza – al mando de Las Heras - y Los Patos en San Juan – conducidos por Soler, O´Higgins y San Martín -. Cuatro columnas menores, con entre 80 y 120 efectivos, por pasos secundarios con el objeto de desorientar al enemigo y tomar las localidades chilenas a su paso: uno en San Juan, otro en La Rioja y dos al sur de Mendoza.

La senda es sólo una huella donde apenas caben las patas de los animales, rodeadas de profundos precipicios. El frío es intenso. Ponchos y frazadas son el único refugio. Las mulas no siempre obedecen. El apunamiento hace penosa la marcha. .

Fray Luis Beltran con sus hombres se encargan de transportar cañones y obuses envueltos en lonas y cueros y tirados en zorras por bueyes y mulas mientras los zapedores van despejando el camino. Valió la pena el esfuerzo y sacrificio de tantos hombres que nos legaron la libertad.

El 12 de febrero el Ejército Libertador triunfaba en Chacabuco. En el parte de la batalla escribía San Martín: “Al Ejércto de Los Andes queda la gloria de decir; en veinticuatro días hemos hecho la campaña, pasamos las cordilleras más elevadas del globo, concluimos con los tiranos y dimos la libertad a Chile"

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