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El crudo relato de un mendocino internado con coronavirus: “Me despertó el ruido de la bolsa mortuoria”

24/04/2021 08:04
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Gastón Abrego, de 29 años, está internado en el Hospital Central. A través de sus redes sociales contó con detalles sus días en ese nosocomio.





Un joven mendocino de 29 años, internado por coronavirus en el Hospital Central, contó en Twitter cómo atravesó sus días más críticos. “Me despertó el ruido de la bolsa mortuoria”, reveló. 

“Empecé el 4 de abril con síntomas leves, como todos”, inicia el relato de Gastón Abrego. En la red social del pajarito describió con total crudeza lo que fueron y son sus días de lucha contra el coronavirus mientras permanece internado en el Hospital Central.

Sin embargo, su cuadro mejoró en forma considerable, aunque en el comienzo todo era temor: “Mi salud fue decayendo. El martes 13 me empezó a faltar el aire y asistí al hospital”. En su hilo de Twitter, agregó: “Fue una suerte haber llegado cuando la ola aún no estaba creciendo. Me atendieron bien y rápidamente me estabilizaron. Nunca pensé que con 29 años esto se iba a complicar tanto. Quedé internado con máscara y una tomografía vio que tenía neumonía”.

“Neumonía bilateral. Mis pulmones ya no respondían. Se los comía el covid. Yo que hace un tiempo podía correr kilómetros sin más. Hoy envejecí 20 años. Pasé mucho en el lapso de estos casi 9 días. Entre ellos no poder dormir por la falta de aire o que la gente se muera a mi lado”, añadió. 

Luego agegó: “Una noche después de dormir una hora sentí mucho movimiento a mi lado. El señor de la cama de al lado se estaba ahogando y las enfermeras lo estaban salvando. Todo fue en vano, dejó de respirar y nunca pudo llegar a terapia. No había lugar y su neumonía avanzó muy rápido. De un momento a otro ya lo estaban metiendo en una bolsa negra. Nunca supe cómo se llamaba, nunca sabré quien lo llora”.

Luego de haber presenciado esta dramática escena Abrego fue trasladado a otra sala, donde había otros dos pacientes: “Uno estaba bastante bien y el otro mal”. La salud de este último paciente, que se hallaba en estado delicado, se agravó al llegar la noche.

“Me despertó el ruido de la bolsa mortuoria. Fue lamentable. Fue estar frente a frente con la muerte. El señor, de unos 60 años, en la tarde había estado mandando unos audios, con esfuerzo y la enfermera le dijo que no hable y apague su celular. Él le hizo caso y su celular nunca más se prendió”, aseguró el joven.

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