Es uno de los lugares de nuestra provincia más disfrutados por el turismo. Se encuentra a pocos kilómetros de la ciudad de Mendoza por la ruta provincial N°82, metiéndose por el camino que incursiona por los primeros cerros de la precordillera, bordeando el río Mendoza. Cerca, muy cerca, de la enorme pared del Dique que forma el embalse de Potrerillos
Por Jorge Sosa / Mendoza te cuenta
Las Termas de Cacheuta han sido protagonistas de nuestra historia, a veces con sonrisas, a veces con dolor. Cuenta la leyenda que Cacheuta era el nombre del cacique que mandaba en la zona, de ascendencia quichua. Un día un chasqui, un corredor de caminos, llegó a sus dominios para contar que el Inca había caído prisionero de barbados invasores y que exigían mucho oro para dejarlo en libertad. Cacheuta cumplió con su fidelidad al gran señor, convocó a sus vasallos, les pidió ayuda para el rescate y en poco tiempo un hato de llamas cargadas con el oro reunido emprendió el viaje hacia el lejano norte. A poco de andar distinguieron en la lejanía un grupo de guerreros hostiles.
Previendo un ataque decidieron esconder la valiosa carga en lugares seguros de la montaña. Después vino el enfrentamiento con los asaltantes. La lucha fue encarnizada y, a pesar del valor puesto en juego, los hombres de Cacheuta fueron vencidos. Los salteadores buscaron el botín, el oro que ansiaban pero, en los lugares en que el oro había sido escondido, chorros de agua hirviente surgieron entre las piedras. En vez de riquezas encontraron muerte. Fue el espíritu de Cacheuta quien hizo brotar el agua que terminó con aquellos que no le permitieron llegar a destino y cumplir con la misión de salvar al Inca.
Desde entonces esas aguas, originadas por la solidaridad, lleven en sí la bondad y se la brindan a los que a esa acceden a ellas en busca de aliviar sus males.
Esto dice la leyenda, el topónimo, puede que hable de otra historia, porque según las voces (de origen quichua) la palabra Cacheuta está formada por los vocablos “Ca”, otra; “che”, gente; y “uta”, valle, en todo caso: “Gente de otro Valle”.
El Río Mendoza corre encañonado en el lugar y su andar es un atractivo para los ojos. Hay un puente colgante que une dos porciones de la Villa. Es todo un símbolo y una aventura pequeña pero atractiva, miles de veces fotografiada, tanto para visitantes como para locales.
El lugar ha sido protagonista de hechos trascendentes. Ahí fue donde comenzó la historia del petróleo en nuestra provincia, desde donde partió el primer oleoducto de Sudamérica de 34 km de largo. Por sus vertientes de oro negro, en 1873, Carlos Fader fundó la Compañía Mendocina de Petróleo. Ahí fue donde el aluvión de 1934 se llevó vidas y edificios, donde Juan Kelessi murió por salvar la gente de valle abajo.
El hotel fue uno de los más buscados por los argentinos de plata de la primera parte del siglo pasado, a tal punto que algunas formaciones del ferrocarril, provenientes de Buenos Aires y del Litoral, terminaban en la estación de Cacheuta, era un hotel con andén. De lujosa estirpe, la gente que lo visitaba vestía con permanencia sus mejores galas.
El hotel fue inaugurado en 1910 con 152 habitaciones cada una con su baño termal. Tenía dos torres con ascensores, toda una maravilla tecnológica para la época; salón de baile, un casino y dos restaurantes, uno para mayores y otro para niños.
10 de enero de 1934, el aluvión del Río Plomo (cuadernillo N°8) castigó el lugar. La ola de 7 metro de altura llegó a Cacheuta a 35 km por hora. Destruyó paredes e inundó por completo los baños termales. Comenzó una época de eclipse del antiguo esplendor, hubo malas administraciones, abandono y saqueos, hasta que en la década del 70 quedó desierto. Recién en 1980 fue otorgado otra vez en concesión y en 1986 es inaugurado el remozado hotel. Ahora cuenta con dos piscinas de aguas termales, baños de ducha escocesa, fango termal, hidromasajes, y una gruta termal, única y muy requerida. Fuera del hotel un enorme balneario aprovecha la bondad de las aguas.
El agua proviene de deshielos, se filtra a grandes profundidades donde se calienta y se eleva otra vez hacia la superficie. La temperatura del agua oscila entre 35 y 39 grados. Son alcalinas bicarbonatadas, sulfatadas cálcicas, cloruradas sódicas de características únicas en la Argentina.
Las sales del agua de Cacheuta, absorbidas en los baños, se difunden rápidamente en el organismo y son muy eficientes para tratar dolencias físicas y psicoemocionales. Muy buenas para el tratamiento de afecciones musculares, óseas, sistema respiratorio, dolencias de la piel y el estrés.
En los números siguientes hablaremos de otros lugares parecidos de nuestra provincia porque está poblada de termas y son oportunidades únicas para disfrutar de incomparables paisajes con el agua tibia y bienhechora rodeando nuestros cuerpos.
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