Nada seríamos sin agua. Todo pueblo la necesita, pero hay muchos que la tienen al lado, a veces encima, como los del litoral. Mendoza, semidesértica, tuvo que aprender a conducirla, a domesticarla
Y esto lo sabían nuestros pueblos originarios, los que aprendieron a construir caminos de agua. Entonces comenzaron a crecer esto que hoy nombramos vergeles, fue un emprendimiento de años, de mucho esfuerzo, de mucho sacrificio. El agua vale en todos lados, pero en Mendoza vale dos veces.
En 1566 se reglamentó el uso y cuidado de los cauces de riego, como funciones propias del Cabildo. En 1606 se creó el cargo de Alcalde de Aguas, primera autoridad encargada del riego y la distribución del agua. En la época de la independencia fue Pedro Molina (1823) quien hizo reglamentar las tareas y los cargos de Tomero General y de teniente general de aguas. En 1884, durante el gobierno de Arístides Villanueva, se sancionó la Ley General del Agua, la que determinaba que todos aquellos que tuviesen fincas, campos, viñedos, tenían derecho a utilizar agua, pero el agua debía estar controlada en su uso. La organización básica consistía en que las horas de agua que cada parcela de terreno necesitaba dependía de la cantidad de hectáreas sembradas.
En 1894 se crea el Departamento General de Irrigación responsable de todos los cauces de riego de superficie y el contralor de la explotación del agua subterránea destinada a riego. Entonces cobra importancia la figura de el tomero, en todo caso, aquel encargado de hacer cumplir la ley, el responsable de abrir y cerrar las compuertas para que cada uno tenga el agua que le corresponde, el que tiene a su cargo distribuir el destilado de los glaciares, de cumplir con el designio de los abuelos, de continuar la lucha contra el desierto, de repartir vida. Es un personaje emblemático de nuestra historia, se lo conoce como “el repartidor de aguas”. El tomero se entera, averigua, se informa de las necesidades de los regantes.
A su tarea fundamental, recibir el agua y bien distribuirla, se suma el control de las compuertas, la limpieza de los cursos de agua y el poder de policía del suministro. Su tarea es accionar las compuertas que abastecen su zona y cumplir con los turnos acordados. Pasa largas horas recorriendo kilómetros para cumplir con su misión. Sus enemigos son las tormentas que producen atoraderos, los tapones que se forman por acumulación de troncos y de ramas, que puede ocasionar inundaciones de fincas y casas.
También debe lidiar con las avivadas de los que pretenden más de lo que les corresponde. Su tarea no le permite otra, todo el tiempo debe atender el bienestar de las tierras a su cuidado. Atiende el caudal de los caminos de agua, interviene cuando el agua falta o viene en demasía. Si falta los regantes se quejan, si sobra también.
Como su tarea distribuye generosidades muchas veces, en la historia de Mendoza, los tomeros han sido utilizados por la política para sacar provecho de su actividad, porque, hay que estar bien con el tomero si el campesino quiere su buena porción de riego. Es la punta de un complejo sistema y el nexo, ineludible, con el campesinado de la DGI una de las más importantes instituciones de la provincia.
Sembrador de vida, pintor de lo verde, la historia de Mendoza les debe mucho a estos hombres que contribuyen a hacer realidad la esperanza del pueblo labriego. Nuestro querido poeta Armando Tejada Gómez junto al excelente músico Daniel Talquenca construyeron hace unos años una cantata que llamaron “Tonada Larga para el País del Sol”, en ella, y con ritmo de cueca nació un sentido homenaje al tomero. Reproducimos la letra de la canción.
Cueca del Tomero (Letra)
Traigo una cueca de las compuertas húmedo a grillo, vuelvo cantando un cantar reparto el riego por las acequias.
Soy el tomero, pastor del agua. Canta en mi sangre, la antigua copla rural. Hechura a huarpe, yo soy Talquenca.
Aquí aprendió una vidaa ser paz en la tierra, los ojos en el cielo del corazón de greda. Lindo es mi oficio: soy el que toma y da.
Cuando yo vuelvo de madruga da y he navegado los horizontes del canal, sueño que sueño, que soy tonada.
Vengan a verme, yo soy Mendoza,y hace mil años que estoy regando este cantar. Del agua clara sube la rosa.
Aquí aprendió una vida a ser paz en la tierra, los ojos en el cielo del corazón de greda. Lindo es mi oficio: soy el que toma y da.
_______________________________________________________________________
Copyright © 2020 Diario Jornada Mendoza | Todos los derechos reservados
_______________________________________________________________________