Era el año 1989, yo estaba viendo la entrega de premios Martín Fierro para los artistas de Capital. Cuando llegó el turno del mejor humorista de radio, dijeron los ternados y el ganador: Mario Sánchez. Me alegré porque era un mendocino
Por Jorge Sosa / Mendocinos Famosos
La cámara enfocó a Mario en su mesa, sus compañeros lo saludaron con entusiasmo. Mario, con la cara desencajada se paró, dio algunos pasos vacilantes y cuando estaba subiendo la escalera para recibir la estatuilla, se desmoronó en toda su extensión. Quedé perplejo, me dije: – A este le dio un ataque de la emoción – Pensé que todos los que estaban en la ceremonia estarían pensando lo mismo, pero cuando la cámara se le acercó, Mario sonrió, hizo un gesto de los suyos y se fue a encontrarse con el premio. Había sido un chiste más de este mendocino gracioso hasta en los silencios, porque tenía cara de chiste, cara de buen tipo, cara de se viene una broma.
DICEN
Dicen que siempre fue así, desde que era chiquitito y andaba haciendo gracias en el colegio y en el barrio. Dicen que allá por San Rafael todavía hay gente que lo recuerda como una parte alegre de su pasado. Mario jamás olvidó sus días en San Rafael. Tenía fibra de artista, por herencia, su padre era un bandoneonista destacado y formó orquestas prestigiosas, de esas infaltables en los bailes populares. Mario cantó sus primeras canciones en la orquesta “América” que dirigía su padre. Porque antes de ser humorista fue cantor. Se desenvolvía menudamente con la guitarra; el tango y el folklore encontraban buena voz en su voz. Dicen que cuando vino a Mendoza ciudad se juntaba en la plaza de Barrio Cano, algunas veces con el maravilloso Mamadera Aragón, otras veces con el increíble Daniel Riolobos, a vestir las noches con tono y dominante.
CHAU, MENDOZA
Tuvo veleidades de futbolista, los que lo vieron jugar afirman que lo hacía muy bien. Debe andar su ficha por los archivos de Andes Talleres. Cuando tenía 18 años adoptó un seudónimo acuoso: Mario del Río y se fue a probar suerte a Buenos Aires. No probó mucha. “Cuando llegué a Buenos Aires, en el año 1960, mi situación no era nada divertida. Con tres trabajos no juntaba un peso y a duras penas pagaba el alquiler de una piecita”
Después apareció la fuerza aérea como modo de vida, tal vez convencido por su hermano, que llegó a ser piloto de guerra y se metió de panza y a ras del mar contra los barcos ingleses allá en Malvinas. Mario se recibió como Técnico de Transmisiones en la Escuela de Aviación de Córdoba.
DOS EN DUO
Pero claro, a Mario el humor le brotaba. Aunque él no quisiera, aun cuando estaba triste. Siempre tenía una chanza, un latiguillo, un chiste, un gesto, que desparramaba risas en su entorno. En la Fuera Aérea lo conoció a Beto Cabrera. Otro que tenía vocación de cantor y humorista. Armaron un dúo y se fueron a Buenos Aires. En la gran ciudad de aquella época había muchos que querían trascender. Conocieron a otro dúo de humoristas formado por quienes luego iban a ser trascendentes no como dúo ni como humoristas, lo integraban: Silvio Soldán y Dino Ramos. Una noche se juntaron en un bar de la ciudad enorme. Silvio y Dino contaron que había dado una audición como dúo para entrar a trabajar en una obra revisteril en el Teatro Nacional y que Carlos A. Petit (nada menos) los había sacado carpiendo del escenario. Habían fracasado con todo éxito. A Mario y Beto, por el contrario, los habían contratado en un boliche para dar sus primeros pasos porteños. Confesaron a sus amigos: – Tenemos trabajo pero no tenemos nombre. El dúo no tiene título – Entonces Soldán, sugirió: nosotros tenemos nombre pero no trabajo. ¿Por qué no usan el nuestro? Es “El dúo de dos” y así nació uno de los grupos más trascendentes de la historia del humorismo argentino. Después, el éxito en los “Sábados circulares” de Pipo Mancera, en otros programas y en escenarios donde las vedettes mostraban lo suyo.
CHAU, DUO
Por aquellos años cobraban trascendencia los hermanos Hugo y Gerardo Sofovich, quienes se hicieron dueños de una porción importante de la programación televisiva. Hugo, el talentoso, y Gerardo, el negociante, comenzaron a fijarse en esos dos muchachos del humor ingenuo que contagiaba. Pero claro, no todo les agradó, según Beto: – A Gerardo no le gustó mi cara – entonces el Dúo de dos, se quedó sin dúo y sin dos. Beto se fue con lo suyo hasta recalar en España. Mario se metió de lleno en la radio y la tele argentina.
Héctor Larrea era el capo de la radio porteña, lo fue por varios años. Lo convocó a Mario y compartieron numerosas mañanas de risa libre y generosa. Mario trascendió por sus personajes, los que aún hoy se recuerdan: “El gaucho Barralde” (clara sátira de José Larralde), “Bartolito” y “Obdulio Piopío”. Mario siempre amó a la radio. La escuchaba con permanencia. Ya radicado en Villa Carlos Paz, llamaba a los programas locales para hacer su aporte de sonrisas. La radio era la vida.
Ya era un destacado de los medios de comunicación y se hizo capocómico de los teatros de revistas. El cine lo invitó a la pantalla grande y Mario se subió a ella 19 veces.
GRANDE ENTRE LOS GRANDES
Tal vez su máxima notoriedad haya ocurrido cuando Sofovich lo incluyó en programas inolvidables de aquella televisión que se hacía sobre libretos y con muchos ensayos. “Operación ja, ja” fue su cima y luego “Polémica en el bar”, donde con su ingenuidad creadora, con su humor casi infantil, Mario defendía un mundo hecho con “florcitas y pajaritos, y animalitos”. Entonces su lista de amigos comenzó a engordar: Fidel Pintos, el Negro Olmedo, Jorge Porcel, Julio de Gracia, Javier Portales, Minguito Tinguitela y tantos otros. Porque Mario era tan buen tipo que todos querían ser amigos de él.
En sus ratos libres se sacaba el gusto con las motos, tenía una pierna mortificada por los accidentes. Tuvo uno luctuoso que lo marcó y otro que tenía que ver con él: en Carlos Paz se metió con su moto en contramano y chocó contra un patrullero policial. Fue un hecho dentro de su lógica.
Después la tele requirió a sus personajes para los programas “El show de la vida, RRDT”, Canal 13, 1997, y “Argentinísma” donde participó con permanencia. Llegó a tener su propio ciclo “Viva la vida” por el entonces ATC.
MARIO, SOS GARDEL
Me lo imagino a Mario contando sus anécdotas. Tenía miles y una formas de contarlas que, hasta las menos valiosas, tenían valor. Me lo imagino contando aquella vez que reemplazó a Gardel. Leopoldo Torres Nilsson estaba filmando “Boquitas pintadas”, una buena película nacional. La banda sonora del film fue dirigida por el talentosísimo músico argentino, Waldo de los Ríos. El libreto exigía, en una parte, una versión de “Rubias de New York”, una de las canciones más recordadas de Carlos Gardel. Pero los poseedores de los derechos se negaron a cederlos, entonces Waldo grabó una versión del tema con un imitador del Zorzal Criollo, y esa voz fue la de Mario Sánchez. Decía Mario después: – Ahora van a decir que soy uruguayo, que no nací en Mendoza, que nací en Tacuarembó.
SANATA Y FRASES
Uno de sus recursos más festejado de Mario era “la sanata” esa forma de decir sin decir nada que impuso en el país su amigo, Fidel Pintos. Pero lo brillante en él era la espontaneidad de su humor, sus salidas rápidas, su forma de agregarle risas a lo que estaba ocurriendo o se estaba diciendo. Las salidas rápidas e ingeniosas. Entre sus pares era famoso por el llamado “morcilleo”, o sea la actitud de separarse del libreto para una ocurrencia propia, lo que desataba las carcajadas de todos sus compañeros. Más de setenta personajes construyó Mario en su vida de actuaciones, desde aquella inolvidable “La Revista Dislocada” del genial Delfor, hasta sus últimas apariciones en Córdoba. Popularizó frases que aún se usan en el argot cotidiano de los argentinos: “No sea agarrero”; “Tengo ganas de darle un abrazo”; “Tenemos que amucharnos”.
“Lo que yo hago es fantasía. Me subo arriba de la mesa, del mostrador, de una silla y hablo a los gritos de un país que no existe. Una especie de Argentina año verde. Mi “sanata” es una fantasía honesta, a veces tiene un mensaje. En forma irónica digo cosas que son la realidad, pero como las digo yo no duelen tanto”
LAS PELÍCULAS EN LAS QUE INTERVINO
• El caporal (1997)
• El potro indomable (1992)
• Intriga mortal (1992)
• Delito de corrupción (1991)
• Más loco que un crucero (1990)
• El profesor Punk (1988)
• Galería del terror (1987)
• Los colimbas al ataque (1987)
• Rambito y Rambón primera misión (1986)
• Charley Hannah (1986)
• Los colimbas se divierten (1986)
• El telo y la tele (1985)
• Los extraterrestres (1983)
• Los fierecillos se divierten (1983)
• Below the Belt (1980)
• Millonarios a la fuerza (1979)
• La fiesta de todos (1979)
• Los éxitos del amor (1979)
• La noche del hurto (1976)
• No hay que aflojarle a la vida (1975)
• Los chiflados del batallón (1975)
• Yo tengo fe (1974)
• Los doctores las prefieren desnudas (1973)
• Disloque en el presidio (1965)
Series de TV:
• “R.R.D.T” (1997)
• “La estación de Landriscina” (1995)
• Las gatitas y ratones de Porcel (1987)
• Polémica en el bar
• Operación Ja-Já
• Circus Show de Carlitos Balá (1972)
RECUERDOS DE AMIGOS
Vivió durante años en Haedo, Provincia de Buenos Aires, de donde partía para sus trabajos en medios de comunicación o en los teatros. Hablamos con Graciela Rey y su esposo, Jesús Gonzalez (Coco) quienes fueron vecinos de Mario durante muchos años. Nos dijo Graciela: “Marta, su mujer, era muy bonita, rubia de ojos celestes. Daban la sensación de quererse mucho. Mario era un amor, siempre alegre, siempre generoso. Llegamos a hacer tan amigos que nuestras casas no tenían medianera, era como compartir todo. Quería mucho a los animales. Tenía dos gatos que lo defendían. Era increíble como actuaban cuando alguien se acercaba a Mario”.
Coco agrega lo suyo: “En más de una oportunidad me salvó de momentos difíciles. Un día me quedé sin mi auto, que era indispensable para mi trabajo. Mario me ofreció el suyo. Yo rechacé su oferta. Entonces estacionó su auto en medio de la calle y me dijo: si no lo usás queda ahí. Tuve que usarlo. En las reuniones familiares o de vecinos Mario copaba la juntada con su humor espontáneo. A mí me gustaba más ese Mario que el que yo veía por tele. Jamás hizo jactancia de su fama, de su trascendencia. No mezclaba el mundo de la farándula con el familiar. Una anécdota: no me querían anotar a mi hijo en una escuela. Estaba preocupado. Mario se enteró y me dijo, mañana voy con vos. Hizo tanto barullo en la escuela, causó tanto revuelo, contó tantos chistes, que la directora me dijo: traiga mañana a su hijo que se lo anoto. Llegaba muy tarde y muy cansado de sus trabajos. A veces se quedaba dormido en el auto en la vereda. Entonces yo iba, lo mandaba a dormir y le guardaba el auto. Era una rutina de buenos vecinos para nosotros”.
Beba (Marquesa Fernandez Sueldo) es prima de Mario. Recuerda algunos pasajes de su vida: “Estuvo viviendo un tiempo en Tunuyán. En vez de ir a la escuela se escondía para tocar la guitarra, hasta que un día su mamá lo descubrió. Le hizo añicos la guitarra y lo hizo volver al estudio.”
Hace dos décadas llegó a Córdoba para trabajar en una temporada y decidió radicarse en Villa Carlos Paz, donde su nombre nunca faltaba en las marquesinas de espectáculos revisteriles y de music hall. En ellas explotaba el costado más pícaro de su popular estilo humorístico. Sus apariciones se discontinuaron en los últimos años a raíz de crecientes problemas de salud. “Se estaba cuidando y me decía que tenía ganas de volver a hacer temporada”, dijo, su esposa, Marta, al momento de su adiós. El humorista no andaba bien de salud: padecía una diabetes y había sufrido un paro cardíaco que le provocó una embolia. Tuvo dos hijos, una médica y un ingeniero. Su familia era su máxima aspiración.
Había nacido en Mendoza el 16 de enero de 1936, falleció en Villa Carlos Paz, el 8 de noviembre de 2007.
El reconocido humorista cordobés “Negro” Álvarez calificó a Sánchez, como “un cómico de verdad, y no un memorista de chistes, porque era gracioso en todo lugar, de cualquier macana creaba una situación risueña”.
CHARLA DE MARIO CON SAN PEDRO A LA ENTRADA DEL PARAÍSO.
- Buen día, Soy Mario Sánchez. Vengo de allá abajo.
- Buen día, Soy San Pedro
- ¡San Pedro! ¡Qué gusto! Usted es muy mencionado entre nosotros, los humoristas.
- ¡Ah, sí! ¿Qué dicen de mí?
- Que llegó un negro al cielo y usted le preguntó su nombre, y él negro contestó Leonardo Di Caprio. Entonces usted habló con Dios y le preguntó: _ Oiga, Jefe. El Titanic ¿Se hundió o se quemó?
- Lo único que sé de ese tema es que la culpa es de los israelitas. Sabido es que un iceberg es un témpano judío.
- Le cuento otro: el diablo y Dios deciden dirimir sus diferencias con un juicio. El diablo se ríe. Dice: – No sé quién te va a defender, si no hay un solo abogado en el paraíso.
- Bien, vamos a llenar el formulario de admisión. ¿De qué se ocupaba usted en la tierra?
- Era humorista.
- ¡Qué raro! Nunca lo hubiera dicho. ¿Cometió muchos pecados?
- No tanto como me hubiese gustado. Digo yo, San Pedro, un pecado cometido en Buenos Aires ¿Es un pecado capital?
- Estás haciendo méritos como para que te mande al infierno sin más preguntas. A ver, cuéntame, ¿Qué pecados has cometido?
- Soy argentino
- Eso no es pecado, los pecados no son hereditarios. ¿Qué más?
- Siempre me burlé de la AFIP.
- Después dame el teléfono de tu contador. ¿Qué más? ¿Has mentido?
- Pocas veces, nunca fui político.
- ¿Has robado?
- Un beso de vez en cuando, pero nunca me hicieron una denuncia.
- ¿Has matado?
- Solo jugando. En el truco, siempre ligo el ancho de espadas.
- ¿Has tomado el nombre de Dios en vano?
- ¡Eso jamás! Al contrario, le estoy muy agradecido. Yo he sido humorista por la gracia de Dios.
- ¿Has frecuentado la iglesia?
- ¿Para qué? Si Dios está en todos lados.
- Bien, te podés quedar en el paraíso. ¿Cuál es tu lugar de origen?
- Soy de Mendoza.
- Bueno, al final de esta calle está la casa de la virgen de la Carrodilla, a ver si le das una serenata.
- Con todo gusto. ¿Me podría decir dónde vive Hilario Cuadros? Voy a necesitar que alguien me haga la segunda.