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La CGT celebra un nuevo aniversario en medio de la crisis por la pandemia

26/09/2020 21:11
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Con las elecciones de autoridades pospuestas para el año próximo por la pandemia, surcando sus tradicionales internas entre “dialoguistas” y “combativos” y en medio de una dura crisis económica y laboral derivada del Covid-19, la CGT cumple hoy su aniversario número 90

La principal central obrera argentina fue fundada el 27 de septiembre de 1930, cuando el país atravesaba un incipiente industrialismo, tras un acuerdo entre dirigentes socialistas, comunistas e independientes.

La ideología del socialismo prevaleció en sus primeros años de vida, hasta que el surgimiento de la figura de Juan Domingo Perón en 1945, con sus políticas de beneficios para los trabajadores, hizo que abrazara el peronismo de allí en más. Poco antes de la irrupción de Perón, en 1943 la CGT ya tuvo su primera división, de las tantas que iba a experimentar a lo largo de su historia, cuando por un lado se conformó la CGT Nº1, comandada por el socialista José Domenech y por otro, la CGT Nº2, dirigida por el también socialista Francisco Pérez Leirós. El 17 de octubre de 1945 se produjo un hecho histórico para el país, que tuvo a la CGT como uno de los actores principales, cuando el ascendente ministro de Trabajo Juan Domingo Perón fue apresado y la central obrera, que venía apoyando las medidas que había adoptado el dirigente en los años previos, llamó a un paro general para el día siguiente, aunque esa misma jornada formó parte de una gigantesca movilización a la Ciudad Buenos Aires en reclamo de su liberación. A partir de ese momento, la CGT acogió con énfasis la doctrina peronista y se convirtió las décadas siguientes en la “columna vertebral” del movimiento, aunque no fue ajena a los matices y contradicciones ideológicas del espacio, con internas entre dirigentes más identificados con su ala izquierda o su ala derecha. Tras el derrocamiento de Perón concretado por la autodenominada Revolución Libertadora, la actividad sindical quedó prohibida por el Gobierno militar y la CGT se puso al frente de la resistencia, cuyo objetivo final era el regreso al país del exiliado líder justicialista, proceso que se extendió por casi 18 años.

En aquellos años de violencia política y de enfrentamientos entre la izquierda y la derecha peronista, se produjeron hechos resonantes como el asesinato en 1973 del entonces secretario general de la CGT, el metalúrgico José Ignacio Rucci, que se lo atribuyó la organización armada Montoneros. Tras la muerte de Perón en 1974 y la interrupción democrática con un nuevo Golpe de Estado en marzo de 1976, se volvió a prohibir la actividad gremial en la Argentina y se intervinieron los sindicatos, mientras muchos dirigentes gremiales fueron apresados por los militares. En 1979, en plena dictadura, un grupo de dirigentes (entre ellos Saúl Ubaldini) encabezaron las primeras protestas contra el régimen militar y al año siguiente reconstituyen la CGT, pese a la prohibición oficial, la cual se denominará CGT- Brasil, que el 7 de noviembre de 1981 lideró la primera movilización masiva contra el Gobierno de facto, mientras que otro grupo menos confrontativo se mantuvo en la CGT-Azopardo. El desgaste del régimen militar, sobre todo después de la Guerra de Malvinas, propició el camino para el regreso de la democracia, encontrando a la CGT, a través del líder de la UOM, Lorenzo Miguel, como el líder del peronismo, quien consagra a Ítalo Luder como candidato del PJ en las elecciones de 1983, aunque termina derrotado por el radical Raúl Alfonsín.

El sonoro fracaso de la derrota generó en el peronismo a mediados de la década del ochenta una fuerte puja entre al hasta ese momento influyente sindicalismo -que a través de la CGT realizó 13 paros durante la gestión de Alfonsín- y una nueva camada de dirigentes provenientes de la política, conocidos como la Renovación. Este último sector se terminó imponiendo en la interna, relegando hasta el día de hoy al sector gremial a un lugar marginal dentro de la estructura partidaria y de la toma de decisiones: los años de los diputados de extracción gremial copando la mayoría de las bancas del PJ quedaban atrás. La llegada del peronista Carlos Menem a la Presidencia en 1989 y sus políticas alineadas con el Consenso de Washington dieron paso a una nueva división en la CGT, ya que un grupo de dirigentes que rechazaron lo realizado por el Gobierno formaron la CTA (Víctor de Gennaro, Hugo Yasky), mientras que otros formaron una línea interna díscola, denominada MTA (Movimiento de los Trabajadores Argentinos), cuyo líder fue Hugo Moyano.

En la década siguiente, con la gestión de Néstor Kirchner, el dirigente camionero quedó al frente de una CGT que respaldó las políticas del santacruceño, atravesando unos años de unidad, aunque luego surgieron las disputas internas con Moyano, que dieron lugar a la CGT Azul y Blanca que conformó Luis Barrionuevo. No obstante un mayor quiebre en la central se produjo a comienzos del segundo mandato de Cristina Kirchner, cuando Moyano decidió quitarle su apoyo y se creó así una nueva CGT menos confrontantiva con la entonces presidenta, que se denominó CGT-Alsina y que lideraba el metalúrgico Antonio Caló. La pugna entre moderados y duros volvió a estar a la orden del día con el Gobierno de Mauricio Macri, y si bien se mantuvo una sola CGT, algunos sectores se mantuvieron alejados de la conducción. Actualmente, el mandato de la conducción que comparten Héctor Daer y Carlos Acuña venció en agosto pasado, pero la pandemia hizo que se postergaran para el año próximo las elecciones, en las que Pablo Moyano podría buscar disputarle la conducción a los dialoguistas “gordos” e “independientes”.

La CGT atraviesa su aniversario número 90 en medio de un panorama de fuerte crisis económica y laboral en el país por el coronavirus; la falta de un liderazgo interno que pueda contener a todos los sectores que conviven en tensión dentro de la central y el desafío que propone la relación con las organizaciones sociales que representan al trabajo informal.


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