Argentina tiene una probada riqueza geológica, básicamente radicada en el gran reservorio no convencional de Vaca Muerta. La estrella es el gas, que podría abastecer toda la demanda doméstica durante los próximos siglos. Pero ese activo atesorado en el subsuelo necesita millonarias inversiones para ser extraído, licuado y despachado al mundo.
Hoy las importaciones por este item suman de US$6.500 millones al año, porque no producimos el suficiente gas, teniendo la posibilidad tecnica de revertir esa situación al punto de pasar a ser de importador a proveedor del mundo.
Los protagonistas reclaman más apoyo del estado, ya que la industria es capaz de generar buenas divisas
La falta de financiamiento es uno de los escollos, que difícilmente se recupere en el corto plazo. La otra es la incapacidad de promover inversiones privadas, incluso en sectores potencialmente rentables como el de los hidrocarburos.
Pero para que eso ocurra hay que mejorar y desarrollar la infraestructura que permita evacuar el producto, tanto hacia países limítrofes como al resto del planeta, en este caso, después de haber sido licuado. Toda esta arquitectura demanda millonarias inversiones en dólares, que sólo se están ejecutando preliminarmente y con desembolsos de inversores a veces tímidos.
“¿Se convertirá Argentina en un relevante exportador de gas?” (Will Argentina become a relevant gas exporter?), es la incógnita que plantea el título del trabajo hecho público por el instituto británico fechado en mayo, que se realizó con la colaboración de la Universidad Austral.
La respuesta es categórica: eso podría ocurrir a partir del 2030 y si se invirtieran entre US$49.600 y US$50.800 millones.
De ese total, 38.500 millones serían insumidos por el upstream, para aumentar la producción gasífera de Vaca Muerta; otros 6,3 millones en el tendido de gasoductos; entre 3.750 y 5.000 millones para una planta de licuefacción que permita acondicionar el producto para ser despachado por barcos. Unos 1.000 millones adicionales, para una planta de urea, alguno de los proyectos asociados a ese anhelado boom.
El Estado podría afrontar parte de ese desafío, básicamente con el tendido de nuevos gasoductos, que hace un tiempo también se vienen evaluando en oficinas privadas. Hubo bosquejos de propuestas de empresas para esos tendidos con distintos mecanismos de financiamiento, que en algún caso incluyeron fondos de ANSES. Pero Alberto Fernández podría inclinarse por la contratación de obra pública convencional y luego concesionar la operación.
Energía ya habilitó una consulta con firmas chinas que podrían contribuir al financiamiento de ductos que lleven el gas desde Tratayén (Neuquén) a Salliqueó (Bahía Blanca). Sobre la mesa en algún momento también se puso la iniciativa del embajador en Brasil, Daniel Scioli, de llegar con el producto neuquino al sur del país vecino, obra que tendría un presupuesto mínimo de US$1.700 millones.
Varias compañías, YPF y Tecpetrol, entre ellas, hacen números sobre la posible construcción de una planta para licuar gases y otros proyectos petroquímicos asociados. Decisiones de envergadura y largo plazo, que dependerán en gran medida de las condiciones económicas del país, pero también del mercado mundial.
El texto del Instituto Oxford también refiere a que los poco más de 3 dólares el MBTU que hoy cobran las productoras –en parte por el subsidio estatal a través del Plan Gas— no sería suficiente para alentar inversiones a largo plazo, que demandarían “4,3 dólares” esa unidad calórica.
Los inversores desde siempre sostienen que la condición para encarar nuevos proyectos es que haya “reglas claras y estables”. Aunque a veces, el estímulo más eficaz parece ser el de tener una demanda y precios adecuados, según las expectativas empresarias del momento.
tal como lo demuestran los equipos instalados en los campos de hidrocarburos locales que se reanimaron en los últimos meses al calor del subsidio del Plan Gas (que completa una porción del precio que reciben los productores) y la suba del petróleo en el mercado externo.
“La macroeconomía, agravada por la pandemia, no permite planificar en el largo plazo”, comenta aquel análisis, en el que, de todos modos, se subraya que Argentina tiene muy buenas perspectivas para abastecer con su gas a los mercados de Chile y Brasil mientras se cultiva el esperado boom exportador al resto del planeta.
“Las expectativas de una fuerte política exportadora, disociada de la macroeconomía doméstica, podría permitir el desarrollo de numerosos proyectos de exportación” de productos derivados, completa el documento. Otro punto para la ley de promoción de inversiones en el sector que se discute desde antes del recambio de gobierno.