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"Morro" García: está, aunque no esté

Ya a tres años de su partida, se reaviva un punto de encuentro con quien se convirtió en una leyenda que se metió debajo de la piel del hincha

04/02/2024 23:26
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Ahora que los interrogantes se siguen sucediendo sobre los motivos de la partida de Santiago García es cuando conviene reflexionar acerca de qué se entiende por éxito en el ambiente futbolístico.

El punto medular de la cuestión es desentrañar cuál es la causa de que un futbolista pueda alternar ciclos de rendimiento en su performance deportiva y de qué manera esto repercute en su vida fuera de las canchas.

El Morro -en este caso- fue, es y será una pieza más en esta maquinaria de consumo que no da tregua ni presenta alternativas. A escala industrial, el jugador es un fusible -no tanto como el entrenador, pero sí menos que el dirigente - .

La tendencia de la prensa especializada en deportes contribuye hoy en día a robustecer el modelo: se grita más de lo que se habla, se impone la voz en tono alto para minimizar la idea del otro y se espera que quien tiene la palabra haga un silencio para de inmediato salir a contrarrestarlo. 

La grieta es el culto a la agresión.

El pavoneo, el exhibicionismo y la ostentación de poder se le fueron infiltrando debajo de la piel a buena parte de los integrantes de este circuito, sin que los involucrados se hayan dado cuenta. 

El delantero de Godoy Cruz atravesaba una fase de la depresión, en el sentido científico del término. Sólo especialistas en las ciencias psicológicas cuentan con la preparación suficiente como para hacer un diagnóstico, indicar un tratamiento y hacer el seguimiento con el paciente. 

"Los de afuera son de palo" es una frase futbolística que antes del Maracanazo de 1950 utilizó Obdulio Varela, también uruguayo como el atacante tombino.

Conviene que la prepotencia futbolera tenga en cuenta que el mayor problema es la invisibilidad que la presión exitista genera en orden binario: si gana, sirve; si no lo hace, se desecha.

Si se adapta a lo que le pide el poder, entonces para el sistema se trata de un líder positivo. Si rechaza esa sumisión, se convierte ipso facto en un líder negativo.

Y es un ser humano, ante todo. Falible, cambiante, imprevisible y errático. No es necesario que se lo juzgue en modo imperativo categórico ni como si estuviese frente a un tribunal de enjuiciamiento sin derecho a réplica.

Ganar no significa aniquilar, atropellar, invadir ni desalojar. 

El Morro es el potrero, el campito, el adoquinado, la pelotita de papel en el recreo del colegio y el abrazo a los compas con una sonrisa.

Ése es su mayor éxito. 

El Diego, Pachorra Sabella y el Morro ya deben estar armándose otro partidito.

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