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La Scaloneta se reinventa a sí misma y el efecto Messi se expande a la generación surgente

La Selección sacó a flote un duelo complicado, con connotaciones históricas y de visitante. El camino hacia el Mundial tripartito sigue despejado y el recambio generacional continúa en marcha

 

22/03/2025 10:09

Qatar va quedando atrás como un faro cuya luz guía a la distancia y como objeto referencial, pero no define hoy día cuál es la realidad de la Selección Argentina, que sigue haciendo camino a su andar superando obstáculos con suficiencia y seguridad.

Asistimos a la etapa que va marcando el cierre de la carrera de Lionel Messi, cuya excepcionalidad convierte a esta generación contemporánea en una privilegiada. No en vano, la transición maradoneana a messineana nos ha dado la oportunidad de ser testigos preferenciales en que la argentinidad haya producido semejantes prodigios en el ámbito futbolístico desde hace cinco décadas a la actualidad.

La hora definitiva de Leo se cierne con naturalidad y aceptación. Lo ha dado todo y lo seguirá haciendo hasta que el físico le marque el límite. Deseamos que el punto final a su carrera en la albiceleste sea el año próximo, en la Copa del Mundo 2026. Así juegue un solo minuto en el mundial tripartito se convertiría en el primer futbolista de la historia en jugar seis mundiales consecutivos.

El alto grado de competitividad del capitán del seleccionado nacional lo mantiene vivo a él, pero también al conjunto. Sin embargo, su ausencia por dolencias físicas en esta doble fecha FIFA ha obrado como una luz amarilla intermitente. ¿Cuánto más combustible le quedará con vistas a la gran cita mundialista en Estados Unidos, México y Canadá? Sólo él y la providencia lo saben.

Sin la máxima estrella, pero con el agravante de que a otros campeones mundiales como Lautaro Martínez y Rodrigo De Paul les sucedió algo semejante, Argentina jugó en Montevideo el partido que tenía que jugar: intenso, friccionado, cortado por interrupciones y tensionado tanto dentro como fuera de la cancha. Y lo sacó a flote.

Este Uruguay de Marcelo Bielsa supo cómo anularlo en “la Bombonera”, con aquel 2-0 que le costó el invicto a la celeste y blanca. El clima externo de anoche, en el legendario estadio “Centenario” implicaba que la multitud había ido a buscar lo que finalmente no pudo encontrar: no solo tres puntos sino el segundo triunfo consecutivo ante un campeón mundial. Si a esto le agregamos que el clásico rioplatense es considerado el más antiguo del mundo, los ingredientes estaban dados para un duelo de altísimo voltaje. Y así fue.

Como toda formación con el sello bielseano, la disposición uruguaya se concentraba en la presión alta, forzar el error, administrar la tenencia del balón y, sobre todo, progresar por las bandas. Tacticismo puro y nada de qué sorprenderse.

En un primer cuarto de hora inicial en el cual la “Scaloneta” no encontraba las marcas y tampoco cómo armar circuitos de juego en zona central, la presencia de Nicolás Tagliafico emergió como referente para marcarle el camino a sus compañeros. Preciso en el corte y la distribución hacia los volantes, el lateral izquierdo fue una de las claves para que el blanquiceleste no se descompensara en defensa.

“Cuti” Romero, más de una vez jugando al límite, le sirvió de abanico a Nicolás Otamendi, mientras Nahuel Molina intentaba mostrarse como salida por la banda derecha, aunque con poco éxito. La seguridad que da contar con “Dibu” Martínez es un plus que siempre garantiza su prestación al conjunto.

La línea de mediocampistas fue de menor a mayor hasta que el propio desgaste físico local le fue abriendo paso al equilibrio argentino. La madurez que ha adquirido Enzo Fernández para manejar los tiempos fue una de las claves, tanto táctico como contagiante, para que se fueran ganando metros en función ofensiva y a base de triangulaciones. Leandro Paredes también contribuyó con la precisión del pase y Thiago Almada, aun apareciendo poco, fue achicando la distancia con Julián Álvarez para que este estuviese más acompañado a la hora de acercarse al área rival. Giuliano Simeone, además, fue gravitante en el plano táctico y mostró su espíritu combativo para recuperar la pelota.

El espléndido remate del futbolista del Olympique de Lyon, que superó la reacción de Sergio Rochet, obró como un punto de inflexión para que Argentina pasara adelante en el marcador pero también que aprovechara la confusión adversaria para posicionarse metros más adelante del círculo central y con panorama para manejar el balón con tenencia de pase.

Así, en un duelo áspero y con clara connotación de clásico, la Selección dio la talla y estuvo a la altura de las circunstancias frente a un contrincante cuya performance fue de mayor a menor.

La clasificación al Mundial 2026 está al alcance de la mano y el propio Lionel Scaloni dio pistas en la conferencia de prensa post partido: una vez que el cupo esté asegurado habrá espacio para probar jugadores en los partidos que le resten a las eliminatorias sudamericanas.

La idea es ir promoviendo el recambio generacional y que el proceso no se resienta ni se corte.

Reinventarse a sí misma, ésa es también la consigna de un seleccionado argentino que no baja la mira ni vive de recuerdos.

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