Sin dudas el último gran baluarte vivo en la defensa por los derechos humanos en nuestro país, toda una vida dedicada a la lucha por la libertad y la justicia social en los momentos más aciagos de nuestra historia, representando y defendiendo a dirigentes sindicales como Tosco y Ongaro, a presos políticos, colaborando con asilados Latinoámericanos en Europa. Fue víctima del primer atentado de la organización Triple A, luego detenido y torturado por la dictadura salvando milagrósamente su vida. Fue protagonista de la triste historia de la matanza de Trelew.
La masacre de Trelew —o los fusilamientos de Trelew—, en la madrugada del 22 de agosto de 1972 en Trelew, consistió en el asesinato de 16 jóvenes del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y Montoneros, presos en el penal de Rawson, capturados tras un intento de fuga parcialmente exitoso y ametrallados posteriormente por marinos dirigidos por el capitán de corbeta Luis Emilio Salinas. Los sucesos tuvieron lugar en la Base Aeronaval Almirante Zar, una dependencia de la Armada Argentina próxima a la ciudad sureña.
Hipólito Solari Yrigoyen, que aún hoy recuerda el penoso hecho de Trelew, ya que él fue uno de los defensores de los presos políticos. El veterano luchador siempre reflota muy bien el cuadro de situación de la época y las condiciones en las que los militantes permanecían detenidos en la Unidad Penal N° 6 de Rawson. Hipólito detalla los acontecimientos que rodearon el trágico episodio de 1972 y las consecuencias que sufrió en carne propia por haber sido defensor, también en esos días del dirigente gremial cordobés Agustín Tosco detenido junto a los fugados y luego fusilados.
Como consecuencia de ello, Solari Yrigoyen sufrió un atentado con bomba en su auto, amenazas de muerte y más tarde la cárcel en Bahía Blanca durante la dictadura militar de 1976. Afirma que lo sucedido “Me ha dejado huellas imborrables. Para mí esto ha sido muestra de algo que yo repudio que es la intolerancia para la convivencia pacífica de los ciudanos, que se mostró claramente en los gobiernos dictatoriales y también en gobiernos elegidos por el voto popular pero que obraron de forma autoritria”.
Su amigo, colega y correligionario, Mario Amaya murió, por no soportar la tortura, el 19 de octubre de 1976 en la cárcel de Villa Devoto a la que fue derivado desde Rawson, en tanto Solari Yrigoyen sobrevivió a las torturas. Otro de los abogados de los fusilados, el dirigente peronista Rodolfo Ortega Peña, fue asesinado en 1976 por la Triple A.
El testimonio ante la justicia de Solari Yrigoyen, se convirtió en una pieza clave para la investigación, de la masacre de la cual se cumplieron el año pasado 50 años y considerándose que fue el hecho inaugural del terrorismo de estado, o sea, de la violación flagrante de sus propias leyes.
Rescato a continuación la opinión del historiador Diego Barovero sobre Solari Yrigoyen que describe muy bien su trayectoria en 90 años de vida y militancia.
“Apenas veinte días después de la muerte de Hipólito Yrigoyen, acontecimiento que dio lugar a la más importante movilización popular que se dio hasta entonces en Buenos Aires, en el seno de la familia del expresidente, el 23 de julio de 1933 nació Hipólito Solari Yrigoyen. Era hijo de Elida Yrigoyen Bonorino (sobrina de don Hipólito) y del abogado Edelmiro Solari. Debió haber sido ahijado del expresidente según su propio deseo, ya muy enfermo en los días previos a su muerte el viejo caudillo le dejó para él un poncho que la madre debía entregarle cuando cumpliera 18 años, lo que efectivamente hizo. Por obvias razones genéticas y por sus propias convicciones el joven Hipólito dedicaría su vida a la causa de la libertad, la democracia y los derechos humanos desde la adhesión y la militancia a los principios de la Unión Cívica Radical.
Estudió en el Colegio del Salvador y se recibió como abogado en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UBA. Tempranamente asumió un compromiso ético por defender principios de la libertad de expresión y los derechos humanos lo que lo llevó a ejercer como defensor de presos políticos durante las variadas dictaduras que asolaron a nuestro país
Aunque tal vez no no comulgaba ideológicamente con sus defendidos estaba convencido de la necesidad de asegurarles justicia.
Ejerció muchos años el periodismo, fue subdirector del diario “La Razón” y fundó en Chubut (provincia donde se radicó) el diario “El Censor”. Se casó con María Teresa Hansen Molina con quien tuvieron tres hijos Hipolito, Conrado y Patricio. La consecuente conducta de Solari Yrigoyen con la causa que abrazó le costó no pocos sinsabores que pusieron su vida en riesgo en reiteradas ocasiones.
Solari Yrigoyen fue la primera víctima de la organización terrorista paramilitar definida como Triple A (Alianza Anticomunista Argentina) durante el tercer gobierno del presidente Juan Domingo Perón, sufriendo el 21 de noviembre de 1973 un atentado que consistió en la voladura de su automóvil que pudo costarle la vida aunque las secuelas perduraron. Estaba “marcado” por su consecuente defensa del líder sindical Agustín Tosco y otros detenidos por razones políticas y porque como senador nacional por Chubut había rechazado el proyecto de ley de Asociaciones Profesionales promovido por el ejecutivo. En esa ocasión defendió la presencia de las minorías en las organizaciones sindicales, la no reelección por más de dos períodos de los dirigentes sindicales, criticó los manejos de fondos de obras sociales, y habló en defensa de la democracia sindical. Imperdonable! El propio Lorenzo Miguel líder de la poderosa UOM y de las 62 Organizaciones lo definió como “Enemigo Público Número 1 de la clase obrera organizada”. Más tarde en abril de 1975, durante la presidencia de María Estela Martínez de Perón sufrió un nuevo atentado con explosivos en su casa de Puerto Madryn, del cual logró sobrevivir aunque sus heridas dejaron secuelas.
En 1976 ya durante la dictadura militar fue secuestrado en su domicilio por un grupo de tareas iniciándose así su último calvario: detenido ilegalmente sufrió torturas y maltrato. Compartió cárcel con su correligionario Mario Abel Amaya que no sobrevivió al cautiverio y el martirio. Debido a las presión internacional de otras Naciones y organizaciones humanitarias Solari Yrigoyen debió ser liberado aunque fue expulsado del país, sin juicio ni condena alguna fue calificado como “terrorista de máxima peligrosidad” y se exilió en Francia desde donde continuó ejerciendo su magisterio en reclamo por el retorno al sistema democrático denunciando las atrocidades del régimen. En esa empresa fundó junto a Miguel Ángel Picatto el periódico “La República” que se transformó en un órgano de difusión del exilio democrático argentino y contó entre sus plumas a Julio Cortázar, Osvaldo Soriano, Teresa de Anchorena y Roberto Bergalli, entre otros. En junio de 1983 retornó al país para apoyar a Raúl Alfonsín en su proyecto político democratizador. Luego de la victoria electoral del 30 de octubre el presidente lo designó Embajador Extraordinario Itinerante para promover el retorno de los exiliados al país como reaseguro de la restauración del orden constitucional y la vigencia de los derechos humanos. Más tarde la Legislatura de Chubut volvió a elegirlo Senador Nacional donde volvió a demostrar sus dotes de legislador y hombre de Estado. Su compromiso militante con el Radicalismo le mereció el reconocimiento de ser elegido Presidente de su Honorable Convención Nacional, máxima autoridad partidaria, en el período 2008-2012. En 2018 el Instituto Nacional Yrigoyeneano lo designó Presidente Honorario.
Mario Negri, diputado nacional y presidente del Bloque de la UCR en dicha Cámara promovió el otorgamiento de la Distinción Diputado Juan Bautista Alberdi y en esa ocasión definió a Solari Yrigoyen con estas palabras:“Fue parte junto a una generación, junto a Raúl Alfonsín y a otros políticos de otros espacios y miles de jóvenes que creyeron que para recuperar la democracia definitivamente no solo había que votar, sino que había que salir del horror que habíamos padecido en dictadura Y esa salida era solo posible con democracia, con verdad y con justicia. Rendimos hoy un homenaje al valor, al coraje, al sentido más puro con el compromiso de la vida del otro. Si estuvieran vivos, en este momento estarían con nosotros recibiendo la misma mención y el mismo homenaje Mario Abel Amaya, Sergio Karakachoff, Rodriguez Araya, entre tantos otros correligionarios.
Rendimos un homenaje a los que nos ayudaron a vencer la parálisis que genera el miedo y desafiar con acciones el valor de la vida. Hipólito, como dijo en su momento Raúl Alfonsín no es un radical radicalizado, es un radical radical. Sus batallas en su larga vida política fueron defendiendo trabajadores, presos políticos, la soberanía argentina en las Islas Malvinas y los derechos humanos. En suma, defendió ideas e ideales. Siempre se definió como un hombre corriente de naturaleza rebelde con firmes convicciones democráticas y sociales por las que siempre ha luchado”.
Hipólito Solari Yrigoyen cumplió 90 años de una vida plena que no estuvo exenta de dificultades, pero que es ejemplo de nobleza y dignidad para la ciudadanía argentina sin importar identidades políticas.”