La victoria de Gabriel Boric en las elecciones presidenciales de Chile abrió nuevas expectativas e interrogantes en la política latinoamericana que las que su irrupción ya había generado. Pero particularmente, por sus definiciones desmarcadas de lo que suelen ser las posturas de la izquierda en la región, más proclives al populismo acrítico y atemporal que a una visión progresista de las sociedades modernas.