Dussel ha sido una figura enorme. Murió en México, ese país que nos recogió generosamente a tantos, cuando la democracia había sido arrasada entre nosotros. Pero su vivir y su obra han sido enormemente cosmopolitas: recibió doctorados Honoris causa en diversas latitudes y pobló congresos, conferencias, escritos y paneles en los lugares más apartados de Latinoamérica, Africa, Europa y Asia.