Las jóvenes buscan romper con los estereotipos impuestos por temporadas pasajeras de modas y terminar con el consumo desmedido de indumentaria de fábrica. Las integrantes de este proyecto son Georgina Rivarola, Belén Blaustein y Ailén Vogel.
Uno de los pilares en los que se basa este emprendimiento es en el trabajo artesanal. Ellas afirman que cada persona es única y sus prendas también lo son. Por ello quieren reivindicar el trabajo hecho a mano, donde se debe valorar el tiempo que lleva cada diseño y la costura del mismo. Ésta es una de las temática que en la industria textil globalizada esta muy desvalorizada.
Georgina comentó que otro de los pilares en los que se apoya su emprendimiento y el de sus amigas es en la responsabilidad social y ambiental. “El 70% de la ropa que usamos está fabricada con fibras plásticas, y cada vez que las lavamos se liberan millones de micropartículas al agua que terminan en el océano”, explicó. Aclaró que es el mismo problema que hay con el plástico en general, ya que son elementos que cuesta que se degraden, solo se contraen.
Respecto a la moda “fast- fashion”, comentó que se pretende cambiar prendas mensual o semanalmente porque las telas que se utilizan son de mala calidad, por lo que hace más corta la vida útil de la indumentaria. “Se está generando siete veces más residuos que antes y la tela no se puede reciclar una vez que llega a los rellenos sanitarios, a diferencia de los plásticos o vidrios; por lo tanto se acumula”, indicó.
La emprendedora informó también sobre el impacto social que esto genera. “Esa ropa se produce muy rápido y se vende barato. Uno de los motivos por los que se logra este proceso es que está realizada en lugares donde la mano de obra es barata, realizada por niños y mujeres con pésimas condiciones laborales y sueldos bajos”, explicó.
Con este proyecto buscan el beneficio de todos no sólo de las personas que compren sus prendas. “Entendemos que la responsabilidad social y ambiental es irrenunciable a la hora de emprender”, sostuvo. Además, se basan en la creencia de que hay que romper estereotipos de la industria de la moda, no solo la que obliga a cambiar la ropa en cada temporada, sino incluso buscan adaptar sus prendas a la mayor cantidad de cuerpos existentes para que resulten cómodas, ajustables y que al mismo tiempo sean económicamente accesibles.
Por ultimo, una de las fundadoras apunta que no sólo fabrican las prendas, sino que también las intervienen bordándolas, pintándolas o agregándole bolsillos. “Al intervenir las prendas y darle una segunda chance a la ropa, estamos disminuyendo nuestra huella social y ambiental”, aclaró la joven.
Cabe destacar que el packaging del emprendimiento es 100% reciclado, para ayudar a disminuir los residuos generados mundialmente.
Fuente Vía Mendoza