Uno de los símbolos más queridos de la cultura local, el asado, ha sido víctima de estos recortes, mientras los hogares luchan por llegar a fin de mes. Un estudio revela que, además del asado, otros gastos como el transporte privado, salidas sociales y hasta la educación de los hijos están siendo relegados. La economía familiar no da tregua, y los sacrificios se vuelven cada vez más profundos.