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La división en oficialismo y en oposición, posible por el FMI

Y llega la hora. En medio de la incertidumbre mundial por la guerra y la obsesión antirrusa (que ha llegado al ridículo de cerrar un seminario sobre el gran Dostoievski, venerable escritor ruso fallecido en el siglo XIX) en Argentina agregamos el cierre del borrador del nuevo acuerdo con el FMI.

05/03/2022 22:44
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Por Roberto Follari, Especial para Jornada

En sí misma, la cuestión del acuerdo implica mucho para la Argentina. Si se acuerda, deberá asumirse la baja de gasto estatal hasta llegar al 0 en el 2025, y el cierre de la emisión monetaria. Es mucho menos que lo que el FMI suele pedir (reforma previsional, reforma laboral, devaluación), lo cual ha enfurecido a los halcones del mercado que sienten que el FMI “se volvió peronista”, en una interpretación que bordea el ridículo. El FMI no puede apretar más porque el actual gobierno pone límites y porque el Fondo tiene fuerte responsabilidad en el otorgamiento del crédito a Macri, que nos ha dejado al borde del desastre nacional.

  Lo cierto es que el FMI estaría monitoreando el cumplimiento de las metas con informes trimestrales, lo que nos deja con una permanente espada de Damocles que el Fondo casi podría esgrimir a su antojo cuando le conviniera, o cuando efectivamente las metas no se hubieran alcanzado. Es uno de los aspectos que más irrita a muchos argentinos, que desde el peronismo o la izquierda tienen larga tradición de enfrentamiento contra este órgano de muy dudosa función de auxilio a las economías nacionales.

  Pero, ¿qué nos espera si no hay acuerdo? El default, obviamente, ya que en este mes de marzo habría que pagar un monto que las reservas nacionales hoy no permiten pagar. Un default que lesionaría fuertemente al gobierno –y por eso lo quiere un Macri enceguecido  contra la actual administración-, pero también lesionaría a todo el país. Las consecuencias son imprevisibles, pero se augura la pérdida de los sitios de préstamo que todavía se cuentan (China, el BIRF, el BID), posibles sanciones al comercio con la Argentina, y casi segura corrida cambiaria, con un salto hiperfinflacionario inmanejable. Algunos se ilusionan con hacer saltar así al gobierno de Fernández, pero es obvio que quien viniera luego se encontraría con la Nación descapitalizada, incendiada y en fuerte beligerancia interna. Es decir: perinola de suma cero.

  Es decir: el futuro es difícil si se hace nuevo acuerdo, y muy difícil si hacemos default al acuerdo hoy vigente, el que firmó Macri. Guatemala y Guatepeor, acá no hay salida simple. Recuerda a aquella horrible situación en “La decisión de Sofía”: los nazis obligaban a una madre a elegir uno entre sus dos hijos para que fuera asesinado. Y si no elegía, matarían a los dos. Allí, no había para esa madre ninguna buena solución, ninguna que fuera acorde a su ética, o siquiera que le impidiera sentirse horriblemente culpable.

  Algo parecido ocurre dentro del Frente de Todos. El sector que Máximo Kirchner representa, no puede admitir hacer un acuerdo con el Fondo: algunos de sus voceros mediáticos protestan airados ante la posibilidad de convenir con el FMI. Lo curioso es que no parecen advertir que ya estamos en un acuerdo con el FMI, firmado por Macri. De tal modo, la disyuntiva no es estar en convenio con el Fondo, o no estarlo: es entre el convenio nuevo, o quedar con el de Macri. Para las épicas de lucha contra el dominio imperialista acordar con el Fondo es inadmisible, y menos deshonroso que quedar con el convenio que ya está, que no se podría cumplir. Habría así rebeldía ante el FMI, pero con el enorme precio de desestabilizar al gobierno nacional, votar junto con el macrismo que apuesta al caos, y quizá dividir de una vez y para siempre al peronismo.  

  El costo de la jugada puede ser extremo: se espera de Cristina Fernández alguna intervención que impida el quiebre y permita un apoyo mayoritario del FdT al acuerdo propuesto desde el gobierno o- cuanto menos- alguna alternativa no antagónica.

  En Juntos por el Cambio las cosas tampoco son simples. Una UCR que responde a Gerardo Morales, se diferenció del PRO no dejando el recinto ante el discurso presidencial del 1 de marzo. Y tiene claro que si quiere gobernar tiene que recibir un país ordenado, además de asumir ante la sociedad responsabilidad por el préstamo que tomó el macrismo. También los empresarios y financistas necesitan disminuir la incertidumbre a que llevaría el default, y verían muy mal un voto en contra. Sin embargo, Macri o Bullrich juegan a dinamitar todo, con la esperanza de afirmarse en el caos y hacer tambalear al gobierno. En insólita coincidencia, igual que Máximo –y por razones opuestas- quieren impedir el acuerdo, yendo incluso contra el Círculo Rojo al cual responden.

  Todo está en el aire. Como en un juego de naipes, aquí lo que cada uno finalmente haga dependerá de qué vea que hagan los otros. El futuro de los argentinos depende de un hilo, y de que algunos políticos sepan estar a la altura de su responsabilidad histórica.-

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Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista Diario Jornada.

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